En la Ciudad de Jumilla, ciudad situada al sureste de la península ibérica, cada año en primavera se celebra con sentir popular y fervor religioso la Semana Santa Jumillana. Una Semana Santa con estilo propio.
Imagen talla del Arcángel. Fotografía de Plácido Guardiola
Vivir la Semana Santa Jumillana es un espectáculo para los sentidos. En ella convergen, las luces del cielo, los cirios y farolillos de los penitentes, el olor a incienso y velas, el colorido de las túnicas, flores, bordados, la majestuosidad y dramatismo de tallas y tronos, junto al sonido de tambores y trompetas.
Estos días, miles de cofrades y penitentes inundan sus calles, vestidos de `nazarenos´ con sus típicos atuendos y túnicas de vivos colores, para lucir con orgullo su patrimonio popular en las múltiples procesiones, que tienen lugar día y noche durante la Semana Mayor. Los entusiastas santamenteros, casi 5.000 agrupados en 20 cofradías y hermandades, procesionan más de 60 pasos y 83 esculturas, que asientan en tronos – representando las escenas de la Pasión y Resurrección de Cristo.
Las calles se tornan museos, donde creyentes y no creyentes, disfrutan de la magnífica imaginería de incalculable valor histórico-artístico, de maestros imagineros desde el barroco hasta nuestros días; siempre engalanadas con vistosos arreglos florales, ricos bordados y orfebrería, que recorren la ciudad. El arte, en cualquier forma o expresión, está presente en cada uno de los motivos y elementos exhibidos en los cortejos, incluso en detalles casi imperceptibles al ojo humano. Y todo ello, enmarcado en un espacio arquitectónico, donde conviven algunos vestigios de culturas milenarias -como la romana y árabe, aportando mayor teatralidad.
En diciembre, la Junta Central de Hermandades de la Semana Santa de Jumilla junto con el Ayuntamiento de la ciudad han iniciado los trámites del expediente para presentar la candidatura de la Semana Santa de Jumilla como fiestas de Interés Turístico Internacional; y demostrar así, que estas festividades trasciende el ámbito local y nacional por su riqueza artística, y tradición con seis siglos de desfiles que la avalan.
La Semana Santa Jumillana, ya cuenta con la declaración de Interés turístico Nacional desde noviembre del año 2003 y ha sido galardonada con la Medalla de Oro de la Región de Murcia en el 2000.
Una Semana Santa con estilo propio.
Una de las principales originalidades de la Semana Santa Jumillana es contar con marchamo propio, a raíz de la mimetización e influencia recibidas de diferentes corrientes –la andaluza, castellana y mediterránea, dando lugar a una multiplicidad de singularidades que la hacen impar y digna de ser conocida. Tres estilos que conviven y mimetizan, fundiéndose en uno sólo, dando cabida a distintas maneras de entender y vivir el fervor religioso y la espiritualidad de estas conmemoraciones.
Todos los días, además de los cortejos procesionales, se puede disfrutar de otros acontecimientos originados en torno a la liturgia religiosa y en base a tipismos y tradiciones populares con siglos de arraigo; aunando así una de las celebraciones más completas de acontecimientos santementeros a nivel mundial; como son, la escenificación al aire libre del Drama Sacro “El Predimiento”, la Procesión de la Burrica el Domingo de Ramos delicia de chicos y mayores, la Tamborrada de Resurreción en la noche de Sábado Santo, los rituales de La Danza del Caracol y los despertares de los Armaos de Jumilla, las decoraciones y altares populares, las Visitas de las Manolas, y/o su tradicional caramelada a la conclusión de los festejos, entre otros.
Una Semana Santa con 600 años de historia
En 1411, el Santo Dominico Vicente Ferrer visitó la villa de Jumilla entre los días 18 y 20 de abril durante su periplo evangelizador por tierras castellanas. A quien lo acompañaban, muchas personas devotas de diferente condición, humildes vestimentas, precedidas de un hombre que portaba un gran crucifijo de madera.
Desde entonces, hay costumbre de procesionar en Jumilla como sabemos gracias a los legados y textos de diversas épocas llegados hasta nuestros días, y donde nos consta el devenir de estas festividades durante todos estos años. Pero es en 1940, tras la contienda nacional y gracias al extraordinario esfuerzo por parte de Hermandades, ciudadanos y autoridades, cuando la Semana Santa vuelve a tomar impulso incluyendo nuevas tallas de escultores y recuperando costumbres de siglos anteriores, hasta conseguir las celebraciones que conocemos en la actualidad.
Una Semana Santa con Sabor Propio.
Y tratandose de Jumilla, como no podía ser de otra manera, existe toda una gastronomía típica santamentera, que si bien las viandas y dulces están elaborados bajo la influencia del precepto de abstinencia, estos pueden ser catalogados como manjar de dioses. Muestra de ello, son sus famosas empanadas de Patata, el Mortigüelo y la exquisita repostería jumillana a base de aceite de oliva, almendra y frutas de la tierra, de la que se pueden disfrutar todo el año. Pues la Semana Santa Jumillana, también cuenta con sabor propio.