Por M.A. Víctor Pérez
En este artículo, analizaremos los últimos 40 años de la representación dominicana en los Juegos Olímpicos.
La primera medalla olímpica que llegó a la República Dominicana fue en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, gracias al boxeador Pedro Julio Nolasco. En 2004, la segunda medalla de oro para la República Dominicana fue obtenida por Félix Sánchez en los 400 metros con vallas. Luego, en 2008, se lograron dos medallas: una de oro por Félix Díaz en boxeo y otra de plata por Gabriel Mercedes en taekwondo. En 2012, Félix Sánchez volvió a enaltecer la bandera con otro oro, y Luguelín Santos obtuvo una plata en los 400 metros planos. En 2016, solo Luisito Pie consiguió un bronce en taekwondo. En 2020, el país cosechó tres medallas de plata: Marileidy Paulino en los 400 metros, el equipo mixto 4×400, y Zacarías Bonnat en halterofilia. Además, se obtuvieron dos bronces: uno en béisbol y otro en halterofilia, por parte de Crismery Santana. En 2024, Marileidy Paulino se alzó con el oro en los 400 metros planos y se lograron dos bronces en boxeo.
Después de analizar los últimos 40 años, podemos observar que son las mismas federaciones las que han dado la cara en los Juegos Olímpicos. Sin embargo, surge la pregunta: ¿quién está evaluando el verdadero potencial del deporte dominicano?
Existen federaciones con 20 años bajo la misma dirección, sin obtener resultados significativos. El problema principal radica en la falta de motivación para convertirse en atleta en nuestro país, donde no existe un programa de desarrollo integral. Las federaciones dicen carecer de recursos económicos, y las asociaciones aún más. Es una situación tan grave que muchas asociaciones solo tienen un sello en casa para firmar documentos, pero no cuentan con un solo atleta que presentar. Sin embargo, son importantes para votar en las elecciones del Comité Ejecutivo del Comité Olímpico Dominicano o para impulsar acciones que no benefician al deporte nacional.
Cuando dejemos de ser conformistas y se establezca una planificación seria para ver resultados en 6 o 10 años, las cosas cambiarán en nuestro país. Un atleta pide ayuda para su desarrollo deportivo y nadie responde, pero cuando, por esfuerzo propio o con la ayuda de un familiar, logra desarrollar su potencial, todos quieren ayudar para salir en la foto.
No existe un mecanismo ministerial de control y supervisión de la labor técnica de los entrenadores nacionales. La Dirección Técnica solo existe de nombre y está compuesta por personas sin un aval técnico demostrado para llevar a cabo semejante labor. La dirección actual, especialmente en este ciclo olímpico, ha sido insuficiente, incapaz y dirigida solo de nombre, sin acción real.
Si a esto se le suma una dirección técnica que desde el Comité Olímpico Dominicano no realiza acciones de chequeo y control de la preparación para eventos multidisciplinarios como los Juegos Olímpicos, el desorden y el libre albedrío se vuelven la norma, sin control de los recursos asignados y dando rienda suelta al teoricismo de quienes dirigen.
Gracias a CRESO, que, al apoyar el deporte y crear verdaderos sueños olímpicos, las cosas no han ido de mal en peor, y eso debe ser agradecido siempre. Por otra parte, es crucial invertir en la capacitación de los entrenadores nacionales, ya que su superación, en tiempos tecnológicamente avanzados, ha quedado rezagada en muchos casos al empirismo tradicional. Como dice el dicho: “Yo solo sé que no sé nada.”
En la mayoría de los deportes élite, muchos deportistas dominicanos están muy por encima de sus entrenadores en conocimiento y capacidad competitiva, lo cual es un aspecto a tener en cuenta tanto a corto como a largo plazo.
Si no fuera por las instituciones militares en la República Dominicana, que asumen a una gran cantidad de atletas para que puedan competir en los Juegos Militares, no tendríamos atletas. ¿Quién puede sobrevivir con 5000 pesos o salarios bajos en esta época? ¿Mandaría usted a su hijo a practicar deportes con esa cantidad en la ciudad?
Con la ayuda que ofrecen, algunos atletas pueden mantener un estilo de vida, pero ¿qué pasa con aquellos que no pueden obtener una medalla? Muchos deben abandonar sus estudios por un sueño olímpico, y muchos profesores universitarios no muestran empatía al apoyar a estos deportistas que sacrifican horas de descanso para estudiar una carrera universitaria.
Cuando se inicie un programa real de desarrollo en nuestro país, los resultados serán diferentes, no solo en unas pocas disciplinas, sino en todas. Los atletas deben poder viajar a los diferentes eventos, y no como siempre, acompañados de un comité en busca de cámara. A menudo, vemos delegaciones con solo tres atletas, tres entrenadores, dos asistentes, un médico y un masajista. Enviar al equipo con un entrenador y un médico sería más eficiente.
Debemos trabajar con las asociaciones en las provincias que tienen atletas fuertes en todas las disciplinas, y no depender de un solo representante. Hay que apoyar a todos para que alcancen la meta. Motivar desde ahora a esos atletas que hicieron un excelente trabajo, incluso si algunos quedaron en las finales. No solo deben ser importantes los tres que consiguieron medallas.
Ojalá podamos ver el inicio de ese desarrollo para 2026, brindando más apoyo a las federaciones, no solo a las que votaron por el comité ejecutivo actual y traicionaron al anterior comité, sino a todos. Nuestro país tiene un gran talento, pero muchos prefieren buscar una mejor vida en otras áreas, ya que no existe ninguna garantía para los atletas que no llegan al podio en los Juegos Centroamericanos, Panamericanos u Olímpicos.
Como dice un viejo refrán: «Al que le sirva el sombrero, que se lo ponga», porque existen muchas federaciones y asociaciones que sí lo dan todo por sus atletas. Pero basta ya de solo pensar en los que llegan a la cima; vamos a crear el relevo generacional.