Tan querida por quienes han sabido apreciar su incuestionable calidad humana, moral, ética y profesional; como odiada por aquellos que se sienten perjudicados y descubiertos por sus comentarios “sin maquillaje”, la periodista Altagracia Salazar se ha convertido en ícono del periodismo, de las mujeres y del pueblo dominicano.
Esta valiosa dama, natural de Nizao, municipio de la provincia Peravia, exhibe una filosofía de vida que nace de su interior y que se manifiesta en la lucha, tenacidad y pasión con que ha sabido derribar barreras para cumplir con la responsabilidad que asumió cuando decidió estudiar una carrera que constituye un compromiso con la verdad.
Su vasta trayectoria en los medios de comunicación la han colocado en contextos muy difíciles, pero continúa trabajando, convencida de que un periodismo libre es esencial en la construcción de la democracia y por eso habla, enfoca y analiza con objetividad los temas de interés social, sin inclinarse hacia ningún lado, sin criterio partidista.
La credibilidad alcanzada por la señora Salazar y que le ha hecho ganar tantos adeptos se sustenta, en una buena parte, en que no olvida la responsabilidad de su oficio y antes de emitir cualquier comentario o información, con criterio profesional; investiga, consulta fuentes especializadas, acreditadas y confirma hechos.
Sin dudas, esta hermosa morena es una mujer digna de admirar, porque no ha consentido el chantaje ni ha cedido ante presiones del poder político, económico, social; ni ha pretendido ganarse el lauro de una primicia noticiosa, si esto significa dar conocer hechos no confirmados, que con tanta frecuencia imponen las redes sociales.
Altagracia Salazar es un ser humano sensible, una periodista intrépida, denodada, que por decir siempre la verdad ha lesionado intereses particulares y ha tenido que pagar este “atrevimiento” con su salida de los medios de comunicación masiva tradicionales, pero las nuevas tecnologías de la información y la comunicación le permiten continuar en contacto con su gran público, que a través de las redes la sigue y es mucho más numeroso que el de cualquier programa tradicional, de esos que cuentan con una gran apoyo publicitario.
NECESITAMOS MÁS MUJERES COMO ELLA
Imponer cambios fundamentales en una nación, aunque sean positivos, es muy difícil; sobre todo por la existencia de grupos de presión que solo piensan en su bienestar y que batallan para evitarlos; pero no sería imposible si en nuestro país contáramos con más mujeres con la gallardía y el coraje de Altagracia Salazar, porque la unión hace la fuerza.