Reproductores han desarrollado la nueva patata, llamada CIP-Matilde, en colaboración con agricultores en Perú.
La nueva patata fue desarrollada por agricultores, reproductores y científicos en Perú, que identificaron patatas silvestres resistentes a enfermedades e incorporaron esta resistencia en la variedad cultivada mediante un proceso llamado “pre-reproducción”.
El resultado es un tubérculo de buen sabor, apto para un consumo regular y resistente al tizón tardío, una agresiva enfermedad que puede destruir un cultivo de patatas en tan solo unas semanas. El tizón tardío, cada vez más común debido al calentamiento global, es una gran amenaza para los cultivos existentes.
El desarrollo de esta nueva patata se inició en 2010 y con él se pretende asegurar que las patatas comestibles estén a disposición de la humanidad a largo plazo. Actualmente, el tizón tardío les cuesta a los productores de patatas hasta 10 mil millones de dólares por año.
“El tizón tardío puede destruir todo. Puede dejarte sin suficiente comida, hacer que no tengas nada para vender, ni siquiera lo suficiente para usar como semilla”, comentó Rolando Papuico, un productor de patatas de la provincia de Huancayo, donde se desarrolló la variedad CIP-Matilde.
“Recomiendo Matilde al resto de agricultores porque da grandes cosechas y las patatas saben bien, ya sean hervidas, como puré, fritas, o en sopa. Además, el tizón tardío no les afecta como lo hace con las patatas tradicionales. Estoy agradecido de tener esta nueva variedad, pues ahora no tengo que invertir mucho en agroquímicos”.
CIP-Matilde fue desarrollada por el Centro Internacional de la Papa (CIP) y con apoyo de Crop Trust, a través de su Proyecto de Vinculaciones Silvestres de Cultivos (Crop Wild Relatives Project), una iniciativa que lleva 10 años ayudando a la agricultura a adaptarse al cambio climático.
La institución apoya los esfuerzos de pre-reproducción en todo el mundo y a los bancos de germoplasma, incluyendo al Banco Mundial de Semillas de Svalbard.
CIP es una organización de investigación para el desarrollo que forma parte del CGIAR. Sus objetivos son ofrecer soluciones innovadoras basadas en la ciencia para mejorar el acceso a alimentos nutritivos, fortalecer los sistemas alimentarios e impulsar el crecimiento inclusivo. Su sede se encuentra en Lima, Perú.
«Para garantizar la seguridad alimenticia y nutricional pese al estrés del cambio climático necesitamos utilizar el poder de la diversidad genética en nuestro medio.” comenta Barbara Wells, Directora General del CIP y Directora Global de Innovaciones Genéticas en una de las CGIAR. “CIP-Matilde es un excelente ejemplo de trabajo, y solo uno de los muchos que están por venir”.
“Los patógenos, plagas y malas hierbas pueden causar grandes pérdidas de cultivos”, comenta Benjamin Kilian, jefe del Proyecto de Vinculaciones Silvestres de Cultivos en Crup Trust. “Al adaptar nuestra agricultura a estas amenazas podemos contribuir a garantizar una alimentación segura de cara al futuro”.