Un nuevo estudio llevado a cabo por la neuróloga Dra. Marcia Castillo ha arrojado luz sobre la mente de los mitómanos, personas que tienen una compulsión incontrolable por mentir. Estos individuos tejen una red de engaños a su alrededor y, contrariamente a lo que se podría esperar, no experimentan remordimientos por sus acciones. Además, suelen poseer una hipermemoria y a menudo exhiben un talento y carisma que les gana el respeto y el afecto de su entorno cercano.
Es importante destacar que un mentiroso ocasional no es considerado un mitómano. La diferencia radica en la compulsión y la impulsividad con las que los mitómanos mienten. Para ellos, mentir se convierte en un hábito arraigado que no pueden controlar. Construyen una falsa realidad alrededor de sus mentiras y, como se ha mencionado, la mayoría de las veces mienten no como recurso, sino como parte de su naturaleza.
La pseudología fantástica (PF) representa los casos más extremos de mitomanía. Este trastorno, descrito hace más de un siglo por Anton Delbrück, se caracteriza por la adhesión del individuo a sus propias fantasías y delirios.
Las resonancias funcionales realizadas como parte de este estudio han revelado que en los mitómanos, la amígdala, el área del cerebro encargada de regular las emociones, no responde de la misma manera que en individuos no afectados. Con el tiempo, se produce una desensibilización en esta área y se observa una desproporción entre la sustancia blanca y la sustancia gris a nivel frontal. Esta diferencia podría explicar la falta de conciencia del riesgo, así como las conductas amorales y avezadas observadas en los mitómanos.
La pseudología fantástica ha sido un enigma que ha cautivado a la humanidad a lo largo de la historia y la literatura. Si nos sumergimos en la obra de Patricia Highsmith, podemos entender cómo se construye un mitómano a través de la personalidad y las motivaciones de personajes como Tom Ripley. Desde una edad temprana, Ripley comienza a mentir para evitar el castigo o para buscar aprecio y valoración. La influencia negativa de su tía Dot, quien lo menospreciaba con el despectivo apelativo de «mariquita como su padre», deja marcas emocionales profundas en su infancia.
En el caso de Ripley, su talento radica en su inteligencia, su falta de autoconciencia y su habilidad extraordinaria para fabular, mentir y llevar a cabo sus mentiras de manera impecable.
El estudio de la Dra. Marcia Castillo resalta la importancia de abordar la pseudología fantástica desde una perspectiva transdisciplinaria, reconociendo la existencia de trastornos de la personalidad, como el narcisismo, la baja autoestima o el trastorno límite de la personalidad. El diagnóstico y la terapia cognitivo-conductual adecuada son fundamentales para tratar este trastorno.