Cada 5 segundos, en algún lugar del mundo, se diagnostica a una persona con Enfermedad de Alzheimer. Actualmente, más de 55 millones de individuos viven con esta condición, y a su alrededor, sus familias experimentan el desgaste cognitivo y conductual de sus seres queridos. Se prevé que para 2050, la tasa de casos se triplique, con la aparición de casos en edades más tempranas y nuevas mutaciones genéticas. Sumado a esto, el envejecimiento de la población plantea una realidad desafiante que requiere medidas urgentes y emergentes, como detección temprana, intervención oportuna y acciones concertadas de todos los actores involucrados, desde políticas de salud efectivas hasta la educación en salud mental. Este es un objetivo propuesto en la última asamblea de la OMS que aún está lejos de cumplirse. A medida que vivimos más tiempo, enfrentamos una paradoja: somos más longevos, pero también más propensos a enfermedades, y un ejemplo de esto es el aumento constante de los casos de Enfermedad de Alzheimer.
Durante décadas, cada 21 de septiembre, grupos y organizaciones especializadas han realizado campañas de concientización y visibilización sobre el Alzheimer, una pandemia silente, crónica e irreversible que afecta a una población que no recibe la atención prioritaria en nuestros programas de salud.
En el marco de la Semana Mundial de la Concientización de la Enfermedad de Alzheimer, el grupo de trabajo Cognitivard, compuesto por profesionales de la salud mental que trabajan en promoción, prevención y tratamiento, ha lanzado la campaña «Recuérdame quien soy cuando no sepa dónde voy». Esta campaña se llevará a cabo de forma virtual a través de la página oficial de Cognitivard, distribuyendo material educativo sobre los signos de alerta de la enfermedad y proporcionando recursos para cuidadores. Además, la campaña hace un llamado a adoptar una mirada empática y sensible hacia las personas afectadas por esta enfermedad.
Algunos de los signos de alerta que debemos tener en cuenta incluyen:
- Cambios de memoria que afectan la vida cotidiana.
- Dificultad para planificar o resolver problemas.
- Desorientación en el espacio y el tiempo.
- Problemas para realizar tareas cotidianas en el hogar.
- Dificultad para comprender imágenes visuales.
- Problemas con el uso de palabras al hablar o escribir.
- Pérdida de interés en actividades sociales.
- Cambios repentinos de humor y personalidad.
- Disminución o pérdida de criterio.
- Dificultad para recordar eventos o conversaciones recientes.
El reconocimiento temprano de estos síntomas permite una intervención oportuna y un enfoque interdisciplinario que garantiza una mejor calidad de vida y mayor autonomía para nuestros adultos mayores, porque al final del día, todos envejeceremos.