A 60 años del conflicto que marcó el alma de una nación, un recorrido por los rostros, las causas y las secuelas de una guerra que dividió a un pueblo y desnudó su sed de democracia.
En el corazón de la capital dominicana, a pocos metros del Parque Independencia, aún resuenan los ecos de metrallas que en abril de 1965 estremecieron la historia. Fue la Guerra de Abril, un conflicto armado interno que dejó cicatrices profundas, impulsado por la lucha por el retorno a la constitucionalidad tras el derrocamiento del presidente Juan Bosch en 1963.
A casi seis décadas, los testimonios de sobrevivientes, archivos desclasificados y el análisis académico reconstruyen el tejido de una guerra corta en tiempo, pero infinita en sus repercusiones sociales, políticas y humanas.
El estallido: la chispa que encendió la historia

La madrugada del 24 de abril de 1965, militares constitucionalistas liderados por el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez iniciaron una insurrección para reinstaurar a Bosch en el poder. La sociedad civil, hastiada del régimen de facto del Triunvirato que había sustituido al gobierno electo, se sumó con fervor.
Las tensiones políticas se tradujeron rápidamente en balas. La ciudad se convirtió en un campo de batalla. Los puentes Duarte y Mella, el Palacio Nacional y la Zona Colonial se convirtieron en trincheras urbanas.
El conflicto se intensificó cuando, el 28 de abril, 42,000 marines estadounidenses desembarcaron en Santo Domingo por orden del presidente Lyndon B. Johnson, con el argumento de «proteger vidas estadounidenses» y evitar otra Cuba. Para muchos dominicanos, fue una intervención, no una ayuda.
Humanos entre las ruinas: las voces que narran el conflicto
María Teresa Pérez, entonces una joven estudiante de enfermería, recuerda cómo convirtió su hogar en un puesto de socorro improvisado: “No entendía de política, pero sí del dolor de ver niños heridos. Curábamos con agua y fe.”
Don Ernesto Galván, excombatiente de la resistencia armada, cuenta desde su silla de ruedas: “La guerra fue un grito. Un grito por dignidad. No por Bosch, no por ideología, sino porque merecíamos elegir.”
Archivos del periódico El Caribe y documentos del National Security Archive revelan una fuerte injerencia extranjera, donde los Estados Unidos temían que Bosch, con sus políticas progresistas, abriese las puertas al comunismo.
Consecuencias: la herida abierta en la memoria colectiva
La Guerra de Abril dejó más de 5,000 muertos, según estimaciones no oficiales. Provocó la instauración de un gobierno provisional bajo Héctor García Godoy y, finalmente, el ascenso de Joaquín Balaguer al poder, dando inicio a uno de los períodos más prolongados de autoritarismo en el país.
Políticamente, el conflicto aceleró la polarización ideológica del país, sembró desconfianza hacia las fuerzas armadas y redefinió el rol del movimiento estudiantil y obrero.
En 1999, el Congreso Nacional dominicano declaró el 24 de abril como “Día de los Héroes de la Revolución de Abril”, pero para muchos, aún falta justicia histórica y reconocimiento.
Abril en la cultura: cuando la memoria se vuelve arte
Cineastas como René Fortunato, con su serie “Abril: La Trinchera del Honor”, y poetas como Pedro Mir, dieron forma estética al recuerdo. Cada año, murales y actos conmemorativos reafirman que la guerra no fue en vano.
El mural frente al Altar de la Patria, donde jóvenes pintan rostros de los caídos, se convierte cada abril en altar de rebeldía.
- Documentales sobre la Guerra de Abril
- Testimonios de sobrevivientes de la revolución
- Interven
Abril no ha terminado
La Guerra de Abril no solo fue una lucha de fusiles. Fue, y sigue siendo, una batalla simbólica por la dignidad nacional. El eco de sus ideales resuena hoy en los reclamos de justicia social, de equidad y de respeto por la voluntad popular.
En cada abril, no se recuerda una guerra. Se recuerda un llamado. Un llamado a nunca ceder la democracia por comodidad, ni la memoria por conveniencia.