Por Pedro Ángel
Medellín, Colombia — Subir la Piedra del Peñol no es para atletas extremos ni amantes del drama. Es, más bien, una experiencia inolvidable que se disfruta paso a paso, con buena vibra y sin sofoque.
A unas dos horas y media en carretera desde Medellín, en pleno corazón de Antioquia, esta gigantesca roca —de más de 200 metros de altura y unos 740 escalones— se alza como un símbolo del paisaje colombiano. Y aunque verla desde abajo impresiona, lo mejor está en la cima.
El ascenso: entre vistas y respiros
No necesitas estar en forma olímpica. Lo importante es el ritmo, las ganas y hacer pausas estratégicas. Cada tramo ofrece vistas espectaculares del embalse que rodea la zona, ideal para sacar fotos o simplemente respirar profundo y agradecer estar ahí.
Al llegar arriba, el esfuerzo se compensa con cafetines, heladerías y puestos de bebidas frías que invitan a quedarse un rato más, admirar el paisaje y tomarse ese selfie épico.


El camino: puro sabor colombiano
Desde que sales de Medellín, el viaje es una postal viva: colores, chorizo, fritanga, café del bueno y la calidez de los paisas, que saben cómo hacerte sentir en casa. En el trayecto se vale parar por una cervecita o una arepita, sin culpa.
Bonus: Guatapé está a un brinco
A solo cinco minutos está Guatapé, un pintoresco municipio famoso por sus zócalos de colores vivos y calles llenas de vida. Vale la pena visitarlo para cerrar la jornada con broche de oro.
Yo estuve ahí. Lo subí, lo viví y lo recomiendo.
Si quieren ver más de esta aventura, me encuentran en Instagram como @eldivodelasalud.