El artista de los periódicos El Día y El Nacional ofreció una charla magistral en Cooperativa San José, donde abordó la responsabilidad social de la caricatura como forma de opinión periodística.
En un país donde lo absurdo y lo cotidiano a menudo se dan la mano, Cristian Hernández, uno de los más reconocidos caricaturistas dominicanos, recordó que “la caricatura es una cosa muy seria”, pese a su envoltura de humor, sarcasmo e ironía. La afirmación fue parte central de su conferencia en el auditorio del edificio social Padre Carlos Guillot de la Cooperativa San José, un espacio que ha hecho del fomento al arte y la cultura una tradición comunitaria.
Hernández, autor de las caricaturas diarias en El Día y El Nacional, abordó los desafíos de traducir el pulso del país en una viñeta que no solo haga reír, sino que también haga pensar y tomar postura.
“No es fácil hacer una caricatura diaria que represente lo que siente la gente ante los abusos del poder, los servicios públicos deficientes o las contradicciones de la ciudadanía”, explicó el artista, cuya trayectoria está marcada por el equilibrio entre la crítica aguda y la estética popular.
Periodismo con lápiz y conciencia

Cristian Hernández defendió la caricatura como un género del periodismo de opinión, donde el autor interpreta personajes, situaciones o temas con recursos visuales y psicológicos, muchas veces potenciados por un texto breve y contundente. En ese sentido, la caricatura es mucho más que un chiste: es una herramienta crítica que exige profundidad, contexto y sensibilidad social.
“Es un ejercicio de pensamiento. Hay que conocer las bases sobre las que se construye la sociedad para poder desmontarlas con inteligencia y humor”, subrayó.
Durante su presentación, fue introducido por el doctor Piero Espinal Estévez, presidente del Consejo de Administración de la Cooperativa, quien destacó la relevancia de la caricatura como arte con compromiso y como parte del periodismo con responsabilidad.

Influencias, independencia y Realengo
El caricaturista confesó su admiración por el maestro español Francisco Ibáñez Talavera, creador de Mortadelo y Filemón, cuyas “figuras absurdas y cómicas” influenciaron su propio estilo. No obstante, en sus caricaturas, Hernández ha trazado un camino propio, con un sello que mezcla denuncia, sátira y observación ciudadana.
Una constante en su trabajo ha sido su personaje Realengo, un perro sarcástico que representa “las posiciones inteligentes del pueblo llano”. A través de él, ha abordado temas como los derechos humanos, la educación, la corrupción y los desvaríos de la clase política.
“No pertenezco a ningún partido político, y eso me da libertad para criticar a todos por igual. No hago caricatura para agradar a nadie, sino para invitar a pensar”, enfatizó.
Hernández compartió una anécdota reveladora: varios políticos lo han felicitado por retratarlos, aun cuando sea desde la crítica. “Eso me confirma que estoy haciendo bien el trabajo”, dijo con una sonrisa.
Un legado que continúa dibujando la realidad
Cristian Hernández citó a referentes de la caricatura nacional como Eduardo Martos Díaz, Príamo Morel, David Morales, Roger Estévez, Miche Medina, Octavio Almonte, Bienvenido Gimbernard, Daddy Romero, José Mercader, Víctor Nolasco, Hernán Girón, Harold Priego, Huchi Lora, Teddy Peguero y Osiris Gómez (Ranfis). Su mención fue un homenaje al gremio de quienes han hecho del humor gráfico una trinchera de resistencia, análisis y creatividad.
Además de su trabajo en prensa, recordó sus incursiones en el mundo del cómic junto al guionista José Rafael Sosa, con títulos como Rambo III, parte atrás (1988), Batman: El día que hizo una fuercecita más grande de la cuenta (1989), Dick Trelcy (1990) y La familia Vergón Sosa (1994), obras que agotaron ediciones en librerías y marcaron época por su originalidad.
En un país donde la realidad parece una caricatura, Cristian Hernández sigue demostrando que el lápiz puede ser más afilado que una editorial. Y que la risa, bien usada, puede ser un acto de resistencia.
Colaboraciòn especial del periodista Josè Rafael Sosa