Por Pablo Vicente
La decisión de la Junta Central Electoral (JCE) de implementar una nueva cédula de identidad y electoral es un paso firme hacia la modernización institucional y la seguridad ciudadana. Este proyecto incorpora avances tecnológicos que elevarán los niveles de protección de los datos personales, reducirán el riesgo de falsificación y permitirán que el documento sea una llave de acceso a más y mejores servicios, tanto públicos como privados.
Su puesta en marcha implica un gran esfuerzo logístico, presupuestario y humano que merece el reconocimiento y el respaldo de la sociedad. La difusión oportuna de la información, la cobertura en comunidades rurales y en el exterior, así como la colaboración interinstitucional, serán determinantes para el éxito de esta transición. La nueva cédula no es solo un documento; es una herramienta para fortalecer la ciudadanía, garantizar la transparencia y consolidar la confianza en nuestra democracia.
Es importante señalar que en cada gran transformación surgen voces que, por desconocimiento, intereses particulares o simple resistencia al cambio, apuestan al fracaso. Ante esas posturas, la respuesta debe ser la firmeza institucional y la convicción de que este proceso responde al interés general del país. La JCE debe mantenerse enfocada en sus objetivos, sin distraerse en debates que no suman, y concentrarse en garantizar que el proyecto se ejecute con eficiencia y transparencia.
El éxito de esta iniciativa no depende únicamente de la JCE, sino también de la cooperación ciudadana. Cada dominicano, ya sea en el territorio nacional o en la diáspora, tiene la responsabilidad de acudir en los plazos establecidos y cumplir con los requisitos para la renovación. Así, no solo se fortalece el proceso, sino que se contribuye a un registro civil más depurado y confiable.
La historia reciente nos demuestra que los países que apuestan por la modernización en sus sistemas de identidad avanzan en la protección de derechos, la seguridad jurídica y la eficiencia administrativa. La República Dominicana no puede quedarse atrás. Respaldo, colaboración y confianza son las claves para que la nueva cédula sea un éxito que marque un antes y un después en la gestión de nuestra identidad nacional.