BARCELONA. El partido anunciado como el regreso de Pep Guardiola a sus orígenes se reveló un nuevo homenaje a la figura del astro argentino Lionel Messi, quien anotó un triplete en la goleada del Barcelona, 4-0 sobre el Manchester City, el miércoles por la Liga de Campeones.
El pupilo volvió a ganar al maestro con toda una exhibición de poderío en el estadio Camp Nou, donde Guardiola tantas noches disfrutó de Messi como técnico local, entre 2008 y 2012.
Su vuelta al coloso por primera vez con el City debía servir para calibrar el nuevo proyecto del técnico catalán, que ya cayó eliminado en 2015 con el Bayern Munich, victimizado entonces por dos tantos de Messi en el choque de vuelta.
En esta ocasión, «La Pulga» se ensañó aún más con el cuadro inglés, al que pulverizó con goles a los 17, 61 y 69 minutos, forzando incluso un penal que falló el brasileño Neymar, redimido con el cuarto tanto a los 89, también a pase del rosarino.
El Barsa, cuyas únicas notas negativas fueron las lesiones de los defensores Gerard Piqué y Jordi Alba, más la expulsión de Jeremy Mathieu a los 73, lidera el grupo C con nueve puntos por cuatro del City, que también acabó con diez futbolistas por la tarjeta roja al chileno Claudio Bravo (53) e hilvanó su cuarto cotejo sin ganar en todas las competiciones.
El primer golpe del partido sí lo dio el conjunto visitante con un atuendo de lo más llamativo, casi más propio de la cárcel de Guantánamo que del estadio Camp Nou, y el segundo se lo llevó el Barsa con la retirada precoz de Alba por dolencias musculares.
Pero el tercero lo aplicó Messi y fue letal para el City, paralizado en defensa tras una conexión del rosarino con Andrés Iniesta, quien alcanzó a devolver el pase y provocar un inoportuno resbalón de Fernandinho en el área. Siempre atenta, «La Pulga» se adueñó de la pelota y se bastó de tres toques para esquivar a Bravo y empujar a la red.
Inclinada la cancha del lado local, el cuadro de Guardiola se esmeró en las transiciones y consiguió estirarse gracias al buen manejo de Ilkay Gundogan y el penúltimo toque de Silva, quien facilitó el primer remate a puerta de Manuel Agudo «Nolito», frustrado sin grandes apuros por Marc-André ter Stegen.
El arquero azulgrana sí se lució en su siguiente intervención, sacando mano firme en tiro cruzado de Gundogan, eléctrico en su sorteo de la zaga azulgrana, debilitada por una segunda lesión de Piqué.
Los visitantes se lanzaron al abordaje con un cabezazo desviado de John Stones, pero Luis Enrique recompuso de inmediato líneas con el ingreso de Mathieu, y el Barsa casi subió el segundo en contragolpe de Messi para el uruguayo Luis Suárez, quien giró sobre sí mismo y disparó instintivamente al cuerpo de Bravo.
El crédito que ganó el chileno con la parada lo perdió al inicio del segundo tiempo con un arranque de frivolidad a las afueras del área, desde donde el arquero intentó jugar un balón con el pie y acabó cediéndolo a Suárez. Desubicado y desesperado, Bravo tapó con la mano el intento de globo del charrúa y vio la tarjeta roja directa, dejando a su equipo en inferioridad numérica y con otra piedra más en el tejado.
El argentino Wilfredo Caballero se situó bajo palos y sufrió el mismo trago amargo que su predecesor, aunque con doble ración de jarabe: dos dianas marca de la casa de Messi.
En la primera, apenas alcanzó a ver como el rosarino perfilaba la zurda desde la frontal tras recibir de Andrés Iniesta, y soltaba un latigazo ajustado al poste más cercano.
En la segunda tuvo aún menos opción, pues Messi tan solo debió empujar la asistencia horizontal de Suárez después del enésimo error de la zaga «citizen», un pase atrás de Gundogan que dejó petrificado a Stones.
Entremedio, Kevin De Bruyne tuvo ocasión de lucir su diestra con un remate cruzado ante Ter Stegen, creciente en protagonismo por el distorsionado reflejo de Bravo, con quien disputó la titularidad las dos anteriores campañas en el Barsa.
Pero en la anunciada noche de espejos entre el equipo azulgrana y el City, asomó como siempre la imagen de Messi, indiscutible tótem del fútbol actual, capaz de forzar un penal que cedió infructuosamente a Neymar, y asistir al brasileño en el tanto del broche de oro.