Hace algunas semanas que anunció públicamente su homosexualidad, con una explosiva rueda de prensa en Roma justo el día antes del inicio de un sínodo sobre la familia en el Vaticano. Ahora Krzysztof Charamsa vive en el barrio gay de Barcelona y no se arrepiente de su decisión.
Se siente “liberado”, “en paz”.
“Ahora me siento mejor gay y más sacerdote que antes”, afirma con una amplia sonrisa.
Por ahora no tiene trabajo, más allá de atender las numerosas entrevistas de los medios de comunicación. “Con 43 años no es fácil encontrar algo”, aseguró el sacerdote que escandalizó el Vaticano.
Su intención es reanudar la enseñanza universitaria –era profesor de teología en Roma– y escribir un libro sobre su experiencia como homosexual en el Vaticano.
Para él, su caso es ejemplo de “la eliminación y persecución de personas gays dentro de la Iglesia”. Por ello, exige que se anule la instrucción del papa Benedicto XVI en 2005 conforme los curas homosexuales no deben reconocer públicamente su orientación sexual. “No es como el caso del Estado Islámico que persigue personas homosexuales matándolas.
La Iglesia católica no mata a las personas, pero las mata psicológicamente”, asegura en una entrevista Krzysztof Charamsa, quien escribió un manifiesto de liberación gay con diez mandamientos dirigidos a la Iglesia católica para que abandone “la persecución” contra este colectivo.