José Rafael Sosa
El peor comediante del mundo es un proyecto que merece atención especial por las experiencias que deja, aportes y deficiencias que, de ninguna forma, debe ser ni ensalzados, ni estigmatizados. Todo cuanto deja este proyecto es eso: experiencias que ayudan a mejorar la marcha del camino.
La película no ha tenido pegada en el público sobre todo por la falta de una campaña promocional y en parte por responsabilidad del producto en si mismo: no gustó al público, moldeado en materia de comedia a otro patrón fílmico. Hay una parte del falló que es responsabilidad directa de la inconsistencia del guión.
No es la primera vez, ni habrá de ser la última ocasión en que se expone en una película el tema de la soledad, desamparo, o mal manejo de una estrella del escenario abandonada a su suerte, degradada en su fama, hundida en los vicios ordinarios. Cantidad de filmes han trazado por esos caminos, con variada suerte e impacto. En este caso, el tema falló. Una pena que no haya contado con el respaldo necesario, del gran empresariado, primero, y del público, después.
Y para ratificarlo, todavía está fresco el recuerdo de la película El Artista, cinta en blanco y negro , producción de Francia y Bélgica que resultó la gran ganadora de los Premios Oscar 2012, al llevarse las estatuillas correspondientes a Mejor actor, mejor película y mejor director.
Miguel Alcántara, actor, productor y guionista, y a quien le hemos reconocido más de una vez su talento, decidió emprender un proyecto fílmico a su estilo, para lograr el protagónico que hasta ahora la industria le había negado. Finalmente se evidenció que Phillip Rodríguez, funcionaba mejor para el papel y no tuvo vacilación alguna en dejarle el lucimiento del rol principal.
Tras un inicio que resulta prometedor y un Phillip Rodríguez que se entrega a un formidable esfuerzo por dar credibilidad a su personaje, empeño ante el que se debe reconocer que mantiene una línea histriónica adecuada, aun cuando en algunos momentos se deja sentir la influencia del facilismo televisivo.
Miguel Alcántara se recrea en el personaje de sustento argumental más importante, y logra el propósito declarado de pasar al primer plano de la cámara el mayor tiempo posible, alejándose de los papeles secundario que apoya, solícito el protagonista, haciendo de su agente.
Luis Corporán, el director, muestra habilidad, buena fotografía, notable desempeño en los efectos especiales, pero no debió dejarse atrapar por la visión tubular muy teatral, que marca la mayor parte de las escenas, aun cuando el guión proviniera de una obra teatral de Alcántara. Corporán debe tener nuevas oportunidades, sobre mejores conceptos.
El hecho de que el 80 por ciento sean en una sola locación y con dos personajes (Rodríguez y Alcántara), no quiere decir nada en si mismo. Tienes partes interesantes pero es deficiente en otras. El buen trato fílmico de una situación planteada, no es mejor o peor porque sea en una sola locación.
Hay experiencias notables que citar con notable economía de locaciones: el ambiente deliciosamente clautrobofóbico de Perfectos Desconocidos (Italia, dirigida por Paolo Genovese, 2016), cinta dramática con toques de humor, que se convoca a n cuatro parejas invitadas a una cena de amigos y que se desarrolla, básicamente en una mesa, ó En la Cama ( Matías Bize, Chile, 2005), que se desarrolla en un cuarto de hotel, o la venidera en 2018 El Closet,(Miguel Vásquez), que de rodó en una sola locación (un closet, con una actuación intensa y extendida de un solo actor (Anthony Álvarez). En los tres casos, la diferencia la hacen el guión y el tratamiento de la dirección.
En el guión de Alcántara algo falla. Falta algún ingrediente y sobran otros. Lo peor es el chiste en el cual Alcántara quiere rehuir, dentro del carro, de una mujer negra, gorda y “fea” (de acuerdo con los cánones discriminatorios y racistas de la sociedad tradicional). Grave error de concepto que no debió darse el chance de llegar a pantallas. Esta escena echa por tierra todo. En otros países había sido acusada la producción de racista.
No se puede hacer cine para forzar los procesos. Se deben tener las condiciones mínimas para competir en igualdad. La ausencia del mercadeo fue un factor que selló el resultado.
La ley Nacional de Cine, la 108-10, benefició solo la post-producción de El peor comediante del mundo. ¿Cuál fue la prisa? ¿Por qué no se sometió su producción completa a la lesgislación? ¿Por qué cargar con esos gastos, si existe un marco jurídico que puede protegerla?
Finalmente, como parte de la experiencia que deja El peor Comediante del mundo, hay que tener claro que el cine es industria y que la publicidad debe estar garantizada como parte del proyecto.
Desearíamos que el equipo vuelva sobre un mejor concepto y en mejores condiciones para impactar en las pantallas. Tienen consistencia y condiciones para ello.