El huevo es un alimento básico de nuestra dieta, tanto por su composición nutricional como por su bajo costo. Proporciona hierro, vitaminas B2, B12, A, E , folato y su aporte de AGPI (ácidos grasos poliinsaturados) por gramo de proteína es mucho más favorable que en las carnes y sólo superado por los pescados. Sin embargo, muchos prescinden de su consumo por considerarlo responsable de aumentar el colesterol sanguíneo. Pero esta creencia ¿es un mito o una realidad?
¿QUÉ ES EL COLESTEROL?
El colesterol es un lípido esencial para el normal funcionamiento del organismo, forma parte del sistema nervioso y constituye un precursor de vitamina D, corticosteroides, hormonas sexuales y ácidos biliares. No se mezcla ni si disuelve en la sangre, pero su exceso puede taponar las arterias e incrementar el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
El colesterol permanece en el torrente sanguíneo debido a que forma parte de una especie de cápsulas denominadas lipoproteínas, las cuales son más densas cuando tienen más proteínas que lípidos. De ahí se deriva la forma en que se clasifica HDL (lipoproteína de alta densidad o “colesterol bueno”) y LDL (lipoproteína de baja densidad o “colesterol malo”).
¿TIENEN LOS HUEVOS COLESTEROL?
Francisco López Jiménez, médico cardiólogo de la Clínica Mayo, explica que un huevo de tamaño medio puede tributar al organismo unos 200 miligramos de colesterol y aunque por lógica se concluye que su ingesta incrementa en nuestro organismo los niveles de este lípido. Pero la verdad es que su efecto es mínimo, si se le compara con el de las “grasas trans” y saturadas.
El colesterol aportado por la dieta (400 mg/día en promedio) solo influye sobre el sanguíneo en un 22%, en tanto que el restante 78% corresponde a la biosíntesis endógena de este esterol también llamado colesterina,
ESTUDIOS CIENTÍFICOS
¡Buenas noticias! Estudios científicos, como uno realizado por la Journal of the American Medical Association, no solo confirman las propiedades alimenticias del huevo sino que lo liberan de la mala fama que se le ha atribuido durante años, de ser causante de aumentos desmesurados en los niveles de colesterol.
Dicha investigación sobre el consumo de huevos y su implicación en el colesterol sanguíneo se desarrolló en la Universidad de Harvard, durante 10 años, en una muestra de 117 mil personas. ¿Resultados? No existen evidencias significativas para sustentar una asociación entre su ingesta y el riesgo de enfermedad cardiovascular o accidente cerebro-vascular, ni en hombres ni en mujeres.
Ese mismo órgano informativo realizó en el 2016 otra investigación sobre el tema, mediante la cual quedó demostrado que la ingesta de hasta un huevo al día puede asociarse con una reducción del riesgo total de derrame cerebral.
¿MITO O REALIDAD?
El colesterol aportado por la dieta (400 mg/día en promedio) solo influye sobre el colesterol sanguíneo en un 22%, en tanto que el restante 78% corresponde a la biosíntesis endógena de colesterol (850 mg/d).
La yema de un huevo contiene 4.5 gramos de grasa por unidad, (1/3 parte es saturada y 2/3 monoinsaturada y poliinsaturada). Los ácidos grasos monoinsaturados (oleico de la familia omega 9) favorecen al descenso del colesterol total y LDL y al aumento del colesterol HDL a nivel sanguíneo.
También está comprobado que aumenta la concentración de apolipoproteína A-I, a la cual se le atribuye un papel antiaterogénico importante. La fracción restante corresponde a los ácidos grasos poliinsaturados (linoleico de la familia omega 6 y alfalinolénico de la familia omega 3), ambos considerados esenciales por la incapacidad del organismo para sintetizarlos.
PRECAUCIONES:
Ahora bien, como toda acción en la vida, el consumo de huevo debe llevarse a cabo bajo el marco de la prudencia, moderación y el equilibrio, porque todo exceso puede resultar perjudicial.
Los citados estudios advierten que «la historia es diferente entre los diabéticos, personas que por su condición pueden elevar el riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca si consumen unos siete huevos a la semana”, pero en caso contrario pueden consumirlos y no ser víctimas de efectos nocivos sobre la función endotelial ni sobre los niveles de colesterol.