La mayoría de los seres vivos, han experimentado en alguna etapa e su vida los llamados celos. Este fenómeno producto de una respuesta emocional automática, no solo ocurre en casos sentimentales, sino que es común en el trabajo, con los amigos y hasta con los familiares.
Lo cierto es que los celos son una respuesta emocional que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera como propio.
Por lo regular, los niños experimentan una especie de celos, cuando la madre recibe a un nuevo bebé. En ese momento hay que tener sumo cuidado con el trato al más grande, pues siente que pierde una parte del afecto materno que consideraba de su propiedad.
Comúnmente se denomina como «Celo» a la sospecha o inquietud ante la posibilidad de que la persona amada preste atención en favor de otra.
También se conoce así al sentimiento de envidia hacia el éxito o posesión de otra persona.
La psicología actual explica que los celos son la respuesta natural ante la amenaza de perder una relación interpersonal importante para la persona celosa.
Los celos parecen estar presentes en todas las personas, indistintamente de su condición socio-económica o forma de crianza y manifestarse en personalidades que aparentemente parecían seguras de sí mismas.
Una característica que parece destacarse en las personas celosas es tener rasgos de egoísmo.
Los celos también tienen relación con la vergüenza que es una respuesta natural del organismo. Muchas de ellas, una vez que los padecen, se sorprenden de sí mismas ya que ni siquiera sospechaban que los padecieran.
Los celos pueden ser sanos cuando lo que se demanda es algo que se debe hacer sobre una base de equidad en la pareja; sin embargo acudir a este tipo de conducta refleja carencias personales muy profundas.
Lo importante de esta condición es saber reaccionar a tiempo, ya que alargar este tipo de conducta puede ser perjudicial para el ser humano, tanto en términos físicos, como emocionales.