El Hospital Universitario de Torrejón y Nutribiótica organizaron un encuentro, protagonizado por la médico internista y profesional actualizada en microbioterapia Sari Arponen, en el que se habló de salud, alimentación, bacterias y estilo de vida.
Una nueva forma de entender la Medicina, más próxima al paciente, teniendo en cuenta uno de los factores más importantes en el bienestar general de las personas: el equilibrio de su microbiota. Esto fue lo que la doctora Sari Arponen, internista en el H.U. de Torrejón y profesional actualizada en microbioterapia, trasladó a las más de 120 personas que se dieron cita en el salón de actos del centro sanitario el pasado sábado por la mañana.
La jornada, cuyo título fue “Más allá de lo que vemos. El superorganismo humano”, que estuvo organizada conjuntamente por el hospital madrileño y por Nutribiótica, empresa distribuidora en España de los productos del laboratorio Bromatech y especialista en formación científica y en divulgación en el ámbito de la microbiota, evidenció la importancia que las bacterias tienen en el desarrollo de determinadas patologías y cómo su equilibrio es fundamental para asegurar un buen estado de salud tanto en las personas sanas como en aquellas que padecen algún tipo de enfermedad.
La doctora Arponen, en un tono cercano y divulgativo, habló de las diversas especies que habitan en nuestro intestino, así como de otras microbiotas que alberga el organismo, como la oral, la cutánea o la vaginal, y advirtió de los riesgos que entraña la pérdida de diversidad de bacterias, “una epidemia que afecta a las sociedades occidentales”. Y es que, por su propia experiencia clínica con pacientes de otras latitudes, la doctora pudo comprobar como en otras zonas del mundo “no tienen las enfermedades que forman parte de nuestro día a día aquí, como es el caso de las autoinmunes o las crónicas”.
Entre las razones que se esconden tras la pérdida de la diversidad de bacterias se encuentran los incorrectos hábitos de vida, la mala alimentación, el abuso de antibióticos y fármacos e incluso, en algunos casos, el exceso de higiene. Todo ello lleva a que se instale en el intestino una disbiosis, es decir, un desequilibrio de la microbiota que tiene efectos a nivel intestinal “y mucho más allá”. De hecho, Arponen no dudó en afirmar que “a día de hoy sería imposible entender una enfermedad crónica sin la presencia de una disbiosis”.
Otra de las consecuencias de sufrir este desequilibrio es la alteración de la barrera intestinal, que debe ser permeable para dejar pasar aquellas sustancias útiles que el organismo utilizará para funcionar al cien por cien. Sin embargo, cuando es agredida no es capaz de ejecutar ese papel de muro defensor y se hiperpermeabiliza, filtrando a la sangre otras bacterias y moléculas que no son, ni mucho menos, beneficiosas para el ser humano. A este fenómeno se le conoce como leaky gut y “está detrás de la inflamación de bajo grado que presentan muchos pacientes con diversas patologías”.
El estrés, típico de la edad moderna, es uno de los factores que más influye en la separación entre las células que forman esa barrera intestinal, los enterocitos. “Cuando el cuerpo sufre estrés”, explicó la doctora, “necesita generar energía y para ello absorbe sodio, glucosa y agua. Para conseguir más, abre la barrera, y es por ello por lo que aumenta la permeabilidad en situaciones estresantes”.
Todas estas nuevas formas de entender la salud intestinal ayudan a comprender, a su vez, el excesivo aumento de intolerancias alimenticias en las sociedades actuales. “Hoy es difícil encontrar a alguien que pueda comer de todo. Sin embargo, nuestros abuelos lo hacían y nada les sentaba mal”, afirmó la internista. Las razones principales son la mala calidad de los alimentos que ingerimos y que la base de la dieta de la gran mayoría de las personas sean los cereales y los ultraprocesados. La experta se paró especialmente a explicar el caso del gluten, una proteína a la que ha aumentado exponencialmente la sensibilidad y que también es responsable del aumento de la permeabilidad intestinal.
Arponen trató de explicar a los asistentes las diferencias entre la celiaquía, la alergia al gluten y la sensibilidad al gluten no celíaca y afirmó que, más allá de estas enfermedades y trastornos, en el caso de un paciente con una autoinmunidad puede resultar beneficioso retirar esta proteína de la alimentación, “porque los problemas intestinales que genera también provocan problemas en la programación del sistema inmune”. De todas formas, la internista asegura que cualquier pauta dietética debe realizarse siempre bajo la supervisión de un médico o nutricionista que esté actualizado en la materia. Aún así, todos los que asistieron a la charla pudieron llevarse gratuitamente una revista escrita por la doctora, en la que se dan algunos consejos y explicaciones sobre alimentación prebiótica y antiinflamatoria, que pueden resultar de gran ayuda para el día a día.
Los trastornos digestivos, como el recién acuñado Síndrome de Intestino Irritable, y las EII, como el Crohn o la colitis ulcerosa, también fueron explicados por la doctora, desde el punto de vista de la alteración de la microbiota en estos pacientes, explicando cuáles son las bacterias que suelen faltar en ellos y cuáles presentan un sobrecrecimiento, que se convierte en patógeno.
Finalmente, La especialista de Torrejón habló de la revolución de los probióticos y de cómo la utilización de cepas específicas de derivación humana le había permitido mejorar el estado de muchos de sus pacientes. “A día de hoy, reconozco que me quedaría corta si no tuviese los probióticos para utilizar en mi práctica clínica”, aseguró. Lo importante, recalcó, es que los productos que se utilicen sean de microorganismos específicos, con un número reducido de cepas que sean sinérgicas, “porque las mezclas de 16 cepas o formulaciones similares no realizan el efecto que se busca, por la competencia natural que hay entre especies”.