Un viaje en el tiempo a través del talento humano, la creatividad y el primer vestigio artístico de la historia.
Los bisontes de Altamira es el nuevo libro de Alberto Vázquez Figueroa, que fue presentado junto a Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria (región donde está ambientada la novela), a su vez prologuista de la obra.
En su última creación literaria, de la editora Kolima Books, el afamado periodista y escritor narra la historia de un cazador de bisontes de la época prehistórica, que convierte una cueva en un enorme lienzo del arte de la época.
La historia de los bisontes de Altamira transcurre hace 15.000 años. En lo que hoy en día conocemos como la Cornisa Cantábrica, los ghámanas se establecían en las cuevas naturales de las montañas. Habían aprendido a sobrevivir con lo que les proporcionaba el mar y con las hierbas y pequeños animales que les brindaban los bosques.
Los bisontes, los animales más preciados por su carne y su piel, habían elegido otras rutas y hacía ya tiempo que no pastaban por allí.
Para los ghámana los bisontes eran casi semidioses de los que sus padres y abuelos hablaban como si constituyeran el remedio a todos los males y su leche la panacea que curaba las más crueles enfermedades.
Cuando el clan consideró que tenían la edad suficiente, Ansoc y su primo Mungo fueron enviados en busca de bisontes para intentar atraparlos.
Alberto Vázquez-Figueroa regresa así con una novela muy bien documentada y definida como “apasionante”, en la que nos detalla cómo vivían nuestros antepasados prehistóricos.
El viaje de estos jóvenes en una Península Ibérica de hace 150 siglos nos traslada desde las montañas cantábricas a la meseta castellana y llega incluso al Mar Mediterráneo.
Es una historia sobre el talento innato y el despertar de la creatividad en el ser humano reflejada en el joven Ansoc, que pasará a la Historia como el primer genio de la Historia del Arte.
El presidente de Cantabria y prologuista de la obra, Miguel Ángel Revilla, destaca que “miles de años después, artistas de todos los estilos y procedencias siguen volviendo sus ojos con admiración a esa cueva y a ese creador, que inspiró las reveladoras palabras atribuidas a Pablo Picasso: ‘desde Altamira todo es decadencia’”.