El sobrepeso y la obesidad están aumentando en todos los continentes, incluido África, y a un ritmo rápido. En todo el mundo, al menos la mitad de todos los menores de cinco años padecen hambre oculta: una falta de nutrientes esenciales que suele pasar inadvertida hasta que es demasiado tarde.
La mayoría de las formas de malnutrición que se dan en todas las partes del mundo (desde las zonas rurales hasta las urbanas) tienen su origen en la pobreza y la desigualdad.
Según un estudio publicado por UNICEF, Los niños que viven en situación de extrema pobreza en países de ingresos bajos, especialmente en zonas remotas, tienen más probabilidades de estar subalimentados y malnutridos.
Estos infantes tienen menos probabilidades de tener acceso a agua limpia, saneamiento y atención médica. Dada su situación de desventaja, también tienen menos posibilidades de concluir la escuela; tienen más tendencia a enfermar y, en consecuencia a seguir en el ciclo de pobreza.
La malnutrición también afecta de manera desproporcionada a los niños más pobres y desfavorecidos de los países de altos ingresos. En los Estados Unidos por ejemplo, la obesidad infantil es más común en familias de niveles de ingresos y educación más bajos.
En Inglaterra, las tasas de sobrepeso y obesidad infantil se duplican en las zonas más pobres. Además, esas zonas tienen cinco veces más restaurantes de comida rápida que las zonas más acomodadas. En muchos casos, los alimentos saludables son más costosos que las opciones no saludables.
Los ciclos de pobreza y malnutrición abarcan generaciones.
Uno de los temas abordados por la UNICEF es el relacionado a las consecuencias de la malnutrición y los ciclos de la pobreza.
Una madre con bajo nivel nutricional o anemia tiene más probabilidades de tener un hijo con retraso en el crecimiento. A su vez, su hijo tendrá menos probabilidades de crecer fuerte y sano, de destacar en la escuela y de obtener oportunidades laborales y económicas. Como resultado, ese niño tendrá más probabilidades de permanecer en esa situación de pobreza, de estar malnutrido y de tener hijos con retraso en el crecimiento.
Del mismo modo, los hijos de madres con sobrepeso se enfrentan a obstáculos que les impiden crecer sanos. Estudios de todo el mundo han demostrado que existe una relación entre las madres con sobrepeso y los niños con sobrepeso de la generación siguiente.
El funcionamiento físico y psicológico de los niños en la edad adulta también se ha relacionado con las madres con sobrepeso.
Sin embargo, una nutrición adecuada puede romper el ciclo vicioso de la pobreza y la malnutrición en solo una generación. Si reciben la nutrición y los cuidados adecuados, los hijos de padres malnutridos tienen posibilidades de crecer y alcanzar una altura saludable.
Para que eso ocurra, las mujeres y las niñas, especialmente las madres adolescentes, necesitan ayuda y orientación en materia de nutrición antes del embarazo, tanto para su propio bienestar como para garantizar que sus hijos tengan la nutrición que necesitan en los 1.000 primeros días de vida, que son fundamentales.