Luego de hacer unos ejercicios de relajamiento para combatir el estrés del día a día. Me voy lejos en mis pensamientos y trato de recordar mis inicios en el ámbito laboral. Y pasando revista, es que comprendo que tengo mucho más de la mitad de mi vida realizando todo tipo de oficios. Claro está, que, en principio de manera muy informal, y prometo que en otro artículo haré un recuento sobre esas interesantes experiencias.
Artículo escrito por Wendy Carrasco de Arismendi
Pero, ahora, básicamente quiero enfocarme en un tema delicado, tratado por muy pocos articulistas, periodistas, e incluso por profesionales que tratan el comportamiento, las percepciones y sentimientos de las personas en sus diferentes ámbitos. Me refiero al “acoso laboral”, conocido como fenómeno mobbing.
No hay que estudiar mil libros para uno reconocer cuando se está siendo víctima de “acoso laboral”, y este indicador que señalo a continuación es determinante. Cuando usted presta sus servicios profesionales, habilidades, conocimientos, estrategias, a la disposición de una empresa o institución (x), a cambio de una remuneración económica, y ese trabajo o empleo a usted le produce un hostigamiento o intimidación continua, ya está frente a una situación de acoso laboral, pudiendo este efecto dañar tanto al hombre como a la mujer física y emocionalmente.
No obstante, teniendo en conocimiento que estamos aún en una sociedad donde predomina la cultura machista, pese a los logros de un grupito de mujeres que ha escapado de esa realidad, considero que somos las féminas las más afectadas por este mal, y más si sumamos a este también el acoso sexual. Es una verdadera bomba de tiempo.
No quiero ni debo apresurarme a establecer una postura afirmativa en torno al caso de la sargento mayor de la Policía Nacional, Anny Montero Montero, de 33 años de edad, quien se suicidó en un baño de la Embajada de EE.UU., en el país, y según familiares, ella era supuestamente hostigada por su jefe inmediato, el encargado de Seguridad de dicha entidad.
Son muchas las incógnitas al respecto. Por ejemplo: ¿Que llevaría a una profesional, joven, preparada, emprendedora, madre de un niño de 7 años, a quitarse la vida en el lugar y el momento que lo hizo? ¿Fue una decisión del momento o premeditada? ¿Habría buscado ayuda?
Cualesquiera que sean las respuestas a estas inquietudes, la tragedia ya está. En tal sentido, creo oportuno recordar que la Ley Nº 24-97, promulgada el 27 de enero de 1997, tiene como fin proteger la familia y colocar en una dimensión social el tema de la violencia doméstica y familiar, de la cual la principal víctima ha sido la mujer, esto, por un lado. Por otro, la Constitución de la República Dominicana establece en el artículo 100 la igualdad entre sus habitantes.
También el Código Laboral de la República Dominicana, en el artículo 47 se prohíbe a los empleadores el acoso sexual a las trabajadoras.
Realmente, se cumplen estos acápites de nuestras leyes. Hay igualdad entre las personas en los puestos de trabajo con relación al respeto, el género, la dignidad, los ideales políticos-religiosos y la moral, entre otros puntos. ¿Se abusa o no del poder cuando se está en lugares de privilegios? ¿Quién nos vigila o defiende?
El que da amor, puede hablar de amor, porque lo vive. En mi caso particular yo viví, y salí, de las garras del acoso laboral de manos de una victimaria, que me violentó gravemente psicológicamente, pero gracias a la misericordia de Dios, y el amor de mi familia pude superarlo.
Pregúntame, ¿Si formulé la denuncia ante mis superiores?, ¿si se buscaron soluciones concretas?, ¿si hubo justicia o equidad?, ¿si hubo intervención psicológica?
Es triste decirlo… Pero, nada de eso. Tuve que abandonar mi puesto de trabajo, fruto de mucha dedicación y esfuerzo. Y seguir adelante…
Y pregunto… ¿Tiene todo el mundo la capacidad de atravesar situaciones como estas y superarlas? La respuesta es sencillamente, no.
Se necesita implementar políticas laborales contundentes, vigilantes, efectivas y de continuidad cuando se hacen estos tipos de denuncias, y aun no se hagan, y exista la sospecha o el rumor, el Ministerio de Trabajo debería realizar jornadas que vayan más allá de lo rutinario, no solo a favor del empleador, sino de los trabajadores y estas normativas aplicables al sector público y privado.
Demando como ciudadana legitima de este país, pero sobre todo, como madre, hermana e hija, que la muerte de esta mujer, en las condiciones y circunstancia que ocurrió, sea aclarada, y que caiga quien caiga, se determine quién o quienes están detrás de esta desdichada decisión. Si los hay…