OLYMPIC.- Era imposible que la vida Anriquelis Barrios no pudiera estar relacionada con el judo.
Su padre tiene un dojo en Venezuela, y su madre practicó ese deporte. Ahí se conocieron. El amor por el judo les hizo enamorarse a ellos. Y es un amor que traspasaron a su hija.
“Mi papá es mi entrenador desde pequeña. Realmente a mí no es que me gustara el judo, sino que el mundo que me rodea es del judo. Mi mamá hizo judo, mi papá es entrenador y tiene un dojo en Venezuela… Todas las personas que estaban a mi alrededor hacían judo. Imagínate. ¿Qué podía hacer yo? Mi tía y mi tío se conocieron en el judo, mis vecinos también… ¡Todos estaban casados por el judo! Entonces yo empecé por eso, pero me empezó a gustar poco a poco, más que todo en mi adolescencia, no es que me gustara de niña. No me quedaba otra opción”, dice riendo, en una entrevista exclusiva para Tokio 2020.
Pero finalmente cayó en ese amor por este deporte.
“Es un estilo de vida. Es el camino de la flexibilidad y la suavidad. Y es un camino muy bonito. Me gusta muchísimo porque no solo es el deporte en sí, sino que también conoces a mucha gente. Todas mis mejores amigas son del judo. El judo es más que un deporte, es hermandad. Y, además, te enseña muchos valores como la disciplina”, reconoce.
La disciplina en el día a día
Precisamente de esta disciplina se ha valido para forjarse una carrera más allá de este deporte.
Además de judoca de primer nivel, Anriquelis Barrios es diseñadora gráfica y está emprendiendo un negocio de productos para el cabello en Venezuela.
“Siempre me ha gustado el arte, y yo empecé a los 17 a estudiar Diseño Gráfico y calculaba que iba a terminar a los 20. Pero no fue así. Es muy difícil, necesitas demasiada ayuda cuando estás estudiando y a la vez eres un atleta de alto rendimiento. Y en ese momento yo no tenía mucha ayuda. Pero finalmente conseguí graduarme a los 25. Esto me hizo súper feliz. Yo estoy enfocada ahora mismo en el judo y es mi prioridad. Cuando acaben los Juegos, creo que continuaré con mi profesión”, explica.
Terminar los estudios no era importante solo como meta personal. “Yo quería demostrar a los niños de mi dojo que puedes ser un atleta de élite y terminar tus estudios. Yo no me rendí. Tenía que demostrarles que sí se puede”, reconoce Barrios.
Y ella pudo.
Su experiencia en Japón
Ahora lo que busca es poder estar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Para lograrlo, hace año y medio hizo las maletas y viajó de Venezuela a Japón, donde vive desde entonces.
Logró una beca para entrenar allá, gracias a un convenio con la Federación Internacional, la Federación japonesa, el Comité Olímpico Venezolano, el Comité Olímpico Japonés y la Federación Venezolana de Judo.
“La presidenta de la Federación, Katiuska Santaella, ha sido súper importante en mi vida. Ella trabaja en la Federación Internacional, y esa ha sido una conexión. Hicieron el convenio y por eso yo estoy aquí. Gracias a ella. Además, en el judo venezolano ha hecho un trabajo excelente”, remarca Barrios.
En principio, esta beca acababa en agosto, tras los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Pero entonces llegó la pandemia, el parón, el cambio de planes.
Su beca fue renovada por otro año más, y ahora lleva cerca de nueve meses sin poder salir de Japón, un país al que le costó adaptarse.
“Es un cambio súper radical. Llevo más de un año, y lo iba llevando bien porque estaba un mes aquí y me iba a competencias. Yo no aguantaba más de un mes aquí. Y ahora llevo nueve. Pensaba que no podría, pero me he adaptado súper bien”, cuenta la judoca.
Esta situación también cambió su plan de entrenamientos, e hizo que el boleto Olímpico todavía no esté en sus manos.
“Fue difícil porque yo ya estaba en la clasificación, dentro de los 18. No estaba en mi cien por cien, pero sí llegando. Y de repente bajar de golpe fue demasiado difícil. Pero lo llevé con una mentalidad positiva y eso es lo que me ha ayudado”, expresa.
“Pasé de hacer 100 combates en cinco días a cero. 400 combates cada mes aquí, en la Universidad de Tokai. De eso a nada es súper difícil. Yo entrené, claro, pero no judo. Corría mucho y de hecho decía ‘Maratonista voy a salir de aquí’”, bromea.
Sus expectativas para Tokio 2020
Ese cambio de mentalidad le hace mejor atleta ahora. “Me ha cambiado muchísimo. Al principio pensaba que no aguantaba más, pero cambié totalmente. Soy más fuerte. Esto me va a ayudar a mí a conseguir los resultados que quiero”, asegura.
Y en esos resultados baraja lograr una medalla Olímpica para Venezuela en Tokio 2020. Sería la 18ª en la historia de Venezuela y la primera de esta nación en este deporte.
“El aplazamiento yo creo que me ha beneficiado porque yo no estaba en mi cien por cien. Y ahora estoy segura de que voy a llegar en mi cien por cien a los Juegos. Participar en Tokio 2020 sería increíble. Pero no solo participar: yo estoy mentalizada para estar en el podio Olímpico. Me va a satisfacer muchísimo más”, remarca.
“Si lo lograra, sería la primera medalla Olímpica de Venezuela en el judo. Significaría mucho no solo para el deporte, sino también para el país”.
Ella, que conoce de primera mano Japón, espera que los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 sean de otro nivel: “Esto va a ser de otro planeta. Japón es otra cosa, son demasiado creativos, originales… De verdad qué no sé cómo serán esos Juegos, pero yo creo que van a ser brutales. Estoy emocionadísima. Yo veo en todos lados Tokio 2020. Y le tomo fotos todo el rato. Es el sueño de cualquier atleta”.
Y serán especialmente significativos para su deporte, ya que el judo fue originariamente creado en Japón, y la sede que se va a utilizar para las competencias, el Nippon Budokan, está considerada como la sede espiritual de este deporte.
“Aquí nació el judo. Estoy entrenando judo en Japón, donde se creó, y además donde van a ser los Juegos. Eso es punto clave. Esa sede, el Budokan, es wow. Buenísima, buenísima”, opina Barrios.
La ayuda de Ramichan
Todos estos sueños con Tokio 2020 habrían sido más complicados sin la ayuda de otra estrella del deporte venezolano: el exjugador de béisbol Álex Ramírez ‘Ramichan’.
Ramírez llegó a Japón en 2001 para jugar en el Yakult Swallows, donde militó hasta 2007. Con este equipo consiguió una Serie de Japón. Tras esta experiencia, pasó a formar parte de los Yomiuri Giants, conjunto en el que ganó su segunda Serie y con el que logró dos MVP. Se retiró finalmente en el DeNA Baystars, club del que después fue su mánager.
Con esta carrera, se labró la posición de leyenda en el deporte japonés y nunca ha abandonado el país nipón.
Y así, conoció a Anriquelis Barrios a los inicios de la judoca venezolana en Japón.
“Él es una leyenda aquí en el béisbol y para mí ha sido fundamental aquí. Me ha explicado mucho sobre la cultura de aquí, cosas que yo no sabía. En este país la cultura es complicada. Yo no hablo el idioma todavía. Lo entiendo, pero no puedo conversar. Es súper bueno que otro venezolano te enseñe cosas. Él ha sido clave aquí y es amiguísimo, tanto mío como de mi familia”, reconoce Barrios.
Y así, apadrinada por otra leyenda del deporte de Venezuela y de Japón, Barrios busca repetir sus pasos en otro deporte.
En uno aún todavía más arraigado a la cultura nipona. Barrios tiene ante sí el reto de clasificar y ganar una medalla en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, en el Nippon Budokan, el hogar espiritual y donde nació el judo, poner en lo más alto a Venezuela, precisamente en el país en el que vive y en el que ha aprendido aún a ser más fuerte. Y todo esto, en unos Juegos que ella misma espera que sean de otro planeta.