Aunque durante mucho tiempo el huevo fue considerado como el mayor responsable del aumento del colesterol en la sangre, investigaciones recientes certifican que las principales causantes de esta situación son las grasas saturadas (presentes en los lácteos enteros, quesos, yogures, carnes) y las llamadas trans, que contienen la mayoría de las golosinas, tortas, galletas y masas utilizadas en la repostería.
El consumo moderado de huevo aporta al organismo una considerable cantidad de nutrientes (proteínas, vitaminas, minerales y aminoácidos esenciales para nuestra salud) y que nuestro el organismo no fabrica por sí solo. Se ha demostrado que consumir uno o dos huevos al día no acrecienta el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
También se sabe que el huevo posee colina, una sustancia esencial para el funcionamiento cardiovascular y cerebral, la cual es soluble en agua, se le suele agrupar con las vitaminas del grupo B (vitamina B) y ayuda a metabolizar y a disminuir la homocisteína, cuyos niveles elevados se asocian al aumento de enfermedades del corazón.
Ahora bien, es preciso saber que pese a los múltiples beneficios que brinda, el huevo, puede ser un medio ideal para el desarrollo de los gérmenes. Sus membranas protectoras y proteínas antibacterianas, como la lisozima, en múltiples ocasiones se contaminan.
Un estudio realizado en el Instituto de Medicina Social y Epidemiología de Berlín (Alemania) ha puesto en evidencia que las bacterias del género Salmonella presentes en los huevos son las causantes del 67% de todas las intoxicaciones alimentarias.
Recomendaciones para evitar infecciones transmitidas por huevos
– Compruebe la fecha apta para su consumo, que viene impresa en el envase.
– Evite consumir huevos crudos. Las salsas, especialmente la mayonesa, son un medio excelente para el desarrollo de los microorganismos procedentes tanto del
a) Del propio huevo, o
b) De contaminación externa por los manipuladores durante su elaboración (manos, pelos, saliva, etc.)
– Deseche los tienen la cáscara rota, sin olvidar que aunque éstos presentan un mayor riesgo de contaminación, los que se ven intactos pueden transmitir salmonelas, ya que las bacterias penetran por los numerosos poros de la cáscara.
– Consérvelos en el refrigerador y nunca por un período que sobrepase las tres semanas.
– Consúmalos frescos. Cuanto más tiempo lleva un huevo guardado mayor es la posibilidad del desarrollo de bacterias en su interior.
– Cuando los transporte desde el supermercado al hogar, evite los saltos bruscos de temperatura.
– No los lave antes de su almacenamiento, hágalo justo antes de su utilización.
– Evite que entren en contacto con otros alimentos o materiales que puedan provocar contaminación u olores extraños (por ejemplo, que se mojen con las carnes frescas que gotean y no dejarlos al lado de ajos, cebollas o de otros alimentos con olores fuertes).
– Deséchelos si poseen olores y/o sabores extraños, moho en la cáscara o aspecto anormal.
– Los que estén cercanos a la fecha de consumo preferente, de cáscara débil o con fisuras, deben ser cocidos a temperaturas que garanticen la eliminación de patógenos (más de 75 grados Celsius).
Una mancha de sangre el interior del huevo no significa ningún problema para la seguridad. Puede retirarse con un cuchillo limpio y utilizarlo con normalidad. Tampoco supone problema la presencia de “nubes”, pues suelen estar relacionadas con una mayor frescura.