SAO PAULO, Brasil. El equipo de Brasil goleó 3-0 a Paraguay en Sao Paulo en otra exhibición de la ‘canarinha’, que dos horas más tarde se convertía en la primera clasificada para el Mundial de Rusia-2018, después de que Uruguay cayera ante Perú, asegurando la presencia de la Seleçao de Tite.
Todavía con el gesto aturdido y feliz que queda tras un gran esfuerzo, Tite recibía la noticia que tanto soñó y dudó Brasil en los últimos meses, entre los aplausos de los periodistas.
“Gracias, Dios del cielo”, suspiró al tiempo que se levantaba y bromeaba con cómo lo iba a celebrar.
Estaba en plena rueda de prensa tras la victoria contra Paraguay, explicando lo que había trabajado su equipo para romper el juego rocoso y agresivo de los guaraníes, cuando le anunciaron que esa misma selección que había asumido destrozada hace menos de un año acababa de reservar la primera plaza para Rusia.
La derrota de Uruguay ante Perú, aseguró la presencia de la Seleçao de Tite en el Mundial de Rusia-2018.
Antes que nadie.
“Mi mayor alegría es compartir la alegría. Cuando miro a mi familia, a los jugadores, al niño que se acerca, cuando hablamos con los hinchas y los vemos felices. Entonces, piensas: ‘estoy participando de algo genial’”, comentó sonriente.
Poco antes había explicado el vértigo que sintió aquella tarde de septiembre en la que se sentó por primera vez en el banco de la Seleçao, lo lejos que se veía entonces la clasificación. Fue en Quito y Brasil, por entonces sexta del Premundial y en depresión profunda, se impuso 3-0.
Desde aquel día, su ‘canarinha’ no volvió a perder. Con la de este martes, son ocho victorias consecutivas en las eliminatorias sudamericanas, con 24 goles a favor y solo dos en contra.
“Aquel primer partido nos dio confianza y el nivel para mantener una actuación parecida”, recordó antes de saber que estaba ya en Rusia.
Noche de bodas
Fue una noche atípica en el mismo Arena Corinthians donde hace menos de tres años Brasil inauguró eufórico un Mundial que acabó en tragedia. Desde entonces, la Seleçao no había vuelto a este estadio que fue también el símbolo de las prisas y despilfarros de la Copa. El fútbol, y los números, le trajeron de vuelta para celebrar, ya con las luces apagadas y la afición de vuelta a casa, que podrá vengar sus heridas en Rusia.
Después de la noche de bodas de Montevideo, donde goleó (4-1), brilló y le recordó al mundo que está de vuelta, la ‘canarinha’ llegó a la lluviosa Sao Paulo con la responsabilidad de quien se sabe admirado.
Tenía que ganar ante Paraguay, y pocos dudaban que fuera a hacerlo, aunque los fuegos artificiales tuvieran que esperar para otro momento. Las urgencias eran cosa de los guaraníes, a quienes la derrota dejó séptimos, con 18 puntos, y malheridos en su ambición de regresar a un Mundial.
Con la vida en juego, y un tal Neymar suelto por el campo, la albirroja tiró de contundencia y apenas se cumplían los diez minutos cuando el delantero del Barcelona ya había sufrido tres faltas.
Hubiera sido lógico que el primero gol viniera a balón parado, pero lo hizo pasado la media hora, cuando parecía que Paraguay levantaba la cabeza. Hasta que ocurrió lo inevitable. Teniendo claro dónde -y cuándo- quería ir, Coutinho se presentó en la entrada del área con el balón pegado a las botas y encontró en Paulinho a una pared ideal.
El volante le aguantó el balón y se lo devolvió de tacón para que el atacante del Liverpool pusiera el 1-0 de un chutazo.
Gran capitán
Pero para desgracia albirroja, Neymar había decidido que en la noche de su regreso a la capitanía tras siete meses de renuncia no pensaba irse en blanco.
Ya había avisado en la víspera, cuando afirmó sereno que se encuentra en el mejor momento de su carrera, y que ahora ya no piensa en las provocaciones, sino solo en fútbol, y quien sabe si en un Balón de Oro, que el propio Tite piensa es cuestión de tiempo.
Derrumbado un minuto después por Rodrigo Rojas, cuando se dirigió al punto de penal ya casi se sumaba el dos en el marcador. Pero Silva lo atajó tras una paradinha excesiva. Furioso, ‘Ney’ trató de enganchar un rebote que también se le fue.
Recordaba así el atacante, y Brasil, que él también es humano, pero nadie quiere pensar en eso ahora que su capitán se ha hecho mayor.
Y él tampoco. Por eso arrancó una espectacular carrera por la izquierda dejando a su defensores uno a uno hasta meterse en el área y lanzar un misil contra el que Silva no pudo hacer nada.
Neymar ya tenía su gol y la sufrida ‘torcida’ brasileña al capitán que siempre soñó.
De fiesta, a Brasil aún le quedaba por celebrar en el minuto 85 el lindo tanto en carrera de Marcelo, y dos horas más tarde, que el fútbol siempre tiene sitio para la pentacampeona del mundo.