Denunciaron a Amaury Moreno, un bloguero que les visitó ofreciendo amor y una mano solidaria a quienes viven en Valle Nuevo en condiciones invivibles.
José Rafael Sosa
CONSTANZA.- ¿Qué pasa en la mente de un bloguero al que llega el momento de sentir que tiene que hacer mucho más que subir mensajes, fotos y videos a la red, competir por visitación a su sitio web y le comienza a importar mucho más dar consuelo, amor y servicio a quienes, olvidado de suerte, fortuna y gobiernos, ven su vida transcurrir en el olvido, la miseria y la falta de todo?
Este fue el caso de Amaury Moreno, (www.somosdominicanos.com), quien el día de su cumpleaños decidió hacer lo que más le gusta, conocer los lugares más apartados de nuestro República Dominicana. Y asi llegó al alto de Constanza, a ese punto en el cual la realidad social pega fuerte.
En Valle Nuevo, el Ministerio de Medio Ambiente decidió, por razones que argumentó en su momento, detener la producción en la zona.
Los quejosos sostienen que la resolución de Medio Ambiente de parar la producción agrícola de la zona de Valle Nuevo, les cambió lo poco que tenían a simplemente nada.
En medio de estas decisiones, esta gente es la expresión del “daño colateral” en el ajedrez de medidas de protección del ambiente en Valle Nuevo
Amaury cuenta que su encuentro con las familias que habitan en Valle Nuevo, en especial los niños y niñas fue, al mismo tiempo, mágico e impactante.
Cuando hizo una parada, en lo alto de una loma, vio a cinco niños estaban en la cocina mientras se calentaban alrededor de una lata con carbón para paliar el frio de la zona. Estaban sucios y algunos descalzos y, lo más terrible que puede ocurrir a un ser de estas edades, con una mirada perdida en lo más profundo.
Al día siguiente, al descender de la loma de Valle Nuevo, publicó su encuentro en Facebook, con imágenes de estos niños. El mensaje llegó: Amaury empezó a recibir noticias: sus amigos querían donar alimentos, juguetes y ropas y esas donaciones comenzaron a llegar.
Consiguió un vehículo de carga adecuado al que hubo que quitarle los asientos traseros para poder entrar toda la ayuda. Subió de nuevo, ahora cargado de todo lo que pudo. La carita de felicidad de aquellos niños y niñas no es describible por nada. Ni por nadie.
No cambiaría para siempre su vida, pero la luz de esperanza que se desparramaba de sus ojos, compensaba todo el empeño.
Amaury regresó a Valle Nuevo con todo lo que pudo conseguir para repartirlo, una vez entrando a Valle Nuevo conoció otro lugar, Siberia, (que no conoció antes), en donde conoció unas 22 familias sumamente humildes, con unas condiciones “invivibles”, casitas construidas con cartón usado, pisos de tierra al igual que sus para cocinar, todo esto en pleno siglo 21. El joven bloguero prometió hacer lo humanamente posible por ayudarles.
“Este cuadro me partió el alma y me llevó a prometerme a mismo regresar con ropa comida y juguetes para las familias que habitan el dicho lugar” dijo.
Amaury posteó en su cuenta de Facebook que requería de ayuda para esa otra familia, colgando una foto de los niños en su humilde casa alrededor de la lata con carbón calentándose.
En La Siberia dejó raciones de comida de las que pudo conseguir en los Comedores Económicos del Estado, gracias a una amiga que trabaja en el gobierno.
También dejó de la ropa que había conseguido y juguetes para los niños que allí habitaban.
Una vez entregado eso, salió de La Siberia, continuo su recorrido por Valle Nuevo, hasta llegar a la sección de La Nuez, lugar donde conoció la familia el cual prometió que ayudaría, allí compartió con los niños llevándoles alegría al ver los juguetes , pues eran sus Reyes, conmemorados 15 días después del día de los Reyes Magos. La alegría era al igual que por los juegos, también por la comida y ropa que se les llevó.
Amaury convivio en esa humilde casa como un miembro más de esa familia, llevar juguetes y ropa a la mayor cantidad de niños posibles en la zona.
Luego de pasar una noche con temperatura de 5 grados), y de un rico y caliente “jengibre” Amaury se fue a la escuela más cercana para, llamada Escuelas Las espinas, solo estudian 10 niños, donde la docencia es impartida por el profesor Edison Joel Mejía Castillo, el cual se transporta todos los días en su motor por los incómodos caminos de la zona para poder llevarles la enseñanza.