A 64 años de la primera trasmisión de televisión en la República Dominicana, la pantalla chica enfrenta una de sus peores crisis.
A pesar de que el país cuenta con alrededor de 77 canales a nivel nacional, es notoria la falte creatividad, variedad e inversión en la pantalla chica.
El negocio de la televisión no es tan rentable como en los otrora años dorados, donde la guerra de las papeletas y compra de talentos, mantenía en expectativa a miles de televidentes que daban seguimiento constante a la programación y los talentos de los diversos canales, así como en la variedad de ofertas para todos los gustos.
A pesar de que la pantalla chica ha sufrido ciertas trasformaciones y cuenta con legendarios programas se hace necesario una reestructuración urgente que permita un renacer de la TV, que despierte mayor interés en el público.
Aunque mucha de las ofertas de la parrilla programática de algunos canales incluyen “Propuestas frescas”, en el sentido de vender belleza en base al irrealismo, voluptuosos cuerpos y verborrea, el contenido sigue siendo pobre, al punto de que, para muchos inversionistas resulta más rentable invertir en radio, o en otro tipo de publicidad, como el Internet, que ofrece mayor seguridad y prestigio a las marcas.
Esto así debido a la falta de pudor o credibilidad de ciertas figuras de la pantalla, cuyo talento no termina de florecer.
En cuanto a los programas, siguen en boga los noticiarios informativos, pues en ellos se encuentra investigaciones recientes, al tiempo de enterarse del acontecer nacional de manera más específica con figuras potables y con cierta credibilidad.
Es usual encontrar con personas de diversos extractos sociales que expresan con cierto aire de orgullo, que no ven televisión local, y que prefieren la programación internacional por encontrar en ella mayor contenido de interés.
Hasta tanto no exista una revolución en esa materia y surjan iniciativas innovadoras para hacer televisión de calidad, la pantalla chica seguirá cayendo en un limbo de donde será difícil despegar.