La mujer que en menos de tres meses fue sometida a tres cirugías para salvar su vida, ha tenido que quedar mal con la hipoteca de su casa y demás compromisos, y con la idea de concretar sus sueños. Contacto de Delmira Vallejo 849-350-0019
Aun atravesando por momentos tan difíciles, no he salido a pedir, sólo quiero trabajar, brindar mis servicios de consultoría de negocios, informes de encuestas de satisfacción, impartir talleres sobre lo que he estudiado, y ofrecer todo lo que sé”.
Esta fue una de las citas más conmovedoras que abordó Delmira Vallejo durante su entrevista en LISTÍN DIARIO donde vino a contar su historia como sobreviviente de cáncer y del sistema.
El rostro de la dueña del relato de hoy retrata la angustia que ella lleva por dentro. Desde junio del año 2023, cuando le diagnosticaron cáncer de mama, ha atravesado por una situación, si se quiere, inhumana.
Al poco tiempo de cada cirugía, tenía que interrumpir el reposo sugerido, porque no podía acostarme sabiendo que tenía encima, no sólo una enfermedad, sino una gran deuda que cada día se hace más grande”. Los ojos se encargaron de delatar su impotencia.
La mujer que llegó a este medio pisando firme y con un vestido verde que, junto con su sonrisa, disimulaba muy bien la situación por la que atraviesa, conforme iba contando su historia, se iba desmoronando. No puede creer que en el país no exista una política de salud que proteja a las personas que atraviesan por una enfermedad como el cáncer.
“No concibo, por ejemplo, que no se ayude a una mujer a someterse a una reconstrucción de mama después de pasar por una prueba tan fuerte como perderla por el cáncer, sabiéndose que esto baja la autoestima, deprime y nos hace sentir disminuidas”. Lo dice entre lágrimas y dejando saber que no es fácil para ella buscar siquiera la ayuda psicológica que requiere.
Tiene razón. Con los atrasos que tiene en el banco por el préstamo de su casa, la escasez de trabajo, los pocos recursos que le entran laborando como facilitadora de Infotep y con los compromisos familiares que debe asumir con sus dos hijos y su casa no es fácil conseguir 5,000 o 6,000 pesos para pagar una consulta psicológica. Debe postergarla pese a ser ahora mismo lo más importante para fortalecerla.
Cuando el cáncer transformó su vida
Hasta junio del pasado año 2023, Delmira era una mujer próspera. Tanto que, en 2022 decidió emprender.
“Puse mi propio negocio, me iba súper bien, tenía muchos clientes, y eso me permitió sacar mi casa, tener unos ahorros y llevar un mejor estilo de vida”. Se acongoja, no porque ya de esos tiempos no queda ni sombra, sino por lo difícil que se le ha hecho recuperarse económicamente.
Con decirle que me han afectado más las deudas que me ha dejado el cáncer que la enfermedad misma”. Lo dice con propiedad. Es triste escuchar estas palabras de boca de una mujer que se ha dedicado a estudiar y formarse para superarse.
Es licenciada en Mercadeo, tiene maestría en Gerencia y Productividad, y está certificada como ‘coach’ en negocios. “De hecho, acababa de llegar de formarme en México cuando me dieron el diagnóstico”. Muestra fortaleza porque la fe la mantiene de pie.
Nunca olvida cuando lo que entendía una consulta sencilla por una secreción en el seno derecho, se convirtió en una pesadilla para ella.
“Fui al médico para saber el porqué de esa situación. Me puso un tratamiento. Me mejoré, pero al cabo de unos días, volvió. Fui de nuevo y me refirió a un oncólogo. Éste tampoco ‘encontró’ nada en los estudios y las pruebas que me mandó hacer”. Detiene un poco su relato. Es entendible.
Luego de que el especialista recibió una prueba que se mandó a Estados Unidos: “Me llamó y me dijo que fuera acompañada de un familiar. No quise preocupar a mi familia y me fui con un amigo de la iglesia. Me dijo que tenía cáncer en primer grado y que había que operarme. Lo acepté confiada en que Dios me iba a dar una oportunidad de vida. Me operaron y, en vez de un ducto, tenía tres. Algo no salió tan bien y volví a cirugía al poco tiempo. Luego me sometieron a otra para quitarme la mama”. En sólo tres meses fue sometida a tres procesos, pero agradece al Señor por su vida.
Vallejo apoya a otros a través de su fundación
A pesar de que a Delmira Vallejo no le avergüenza dejar al descubierto las peripecias por las que atraviesa una persona en República Dominicana cuando le diagnostican cáncer, no es una mujer que se amilana y se echa a llorar.
De ninguna manera. Es una guerrera. No sólo ha luchado para ganarle la batalla a la enfermedad, sino que lo está haciendo también para tumbarle el “pulso” a la necesidad.
Debo durar cinco años llevando mi tratamiento, nada barato, créame, pero no me quedo acostada. Me dicen que debo durar tanto en reposo y yo a los 15 o 18 días, salgo a generar ingresos porque no es fácil atravesar por esta situación en un país que no cuenta con programas de ayuda para quienes la necesitan en momentos que comprometen todo”.
Precisamente por saber lo que se siente cuando hay limitaciones es que, aun dentro de su proceso, no deja trabajar por su proyecto.
La dueña de este relato preside la ‘Fundación Apostolados de Vida en Valores’, entidad benéfica que, para aportar en el área de la educación tienen a esta mujer y su familia para ir en auxilio de niños y adolescentes necesitados. Aún en medio de la dificultad, ella no abandona sus dotes de altruismo.
“Siempre he hecho vida en la iglesia, toqué guitarra, trabajé por mucho tiempo con el padre Luis Rosario, quien me enseñó tantas cosas, sobre todo, a servir a Dios y a los demás, y a tener siempre fe, no importa por el proceso que se esté atravesando”. Lo recuerda con una evidente mezcla de agradecimiento y nostalgia.
Una familia unida lo puede todo
A Delmira, a quien ni las deudas ni la enfermedad le han podido robar su sonrisa y optimismo, la llena de orgullo y emoción hablar de su familia.
«Nosotros somos pocos, pero nos queremos mucho, nos apoyamos, nos buscamos. Por ejemplo, el fin de semana comí con mi abuela y mi mamá y fue tan bonito, la pasamos tan bien…».
Para algunos, tal vez hacer esto pasa sin pena ni gloria, pero para ella, cada encuentro con uno de sus parientes es como disfrutar de una nueva experiencia y recuerdos para atesorar sabiendo que ha pasado por tantas pruebas.
Cuándo se le preguntó si ha contado con su familia para soportar la carga económica que supone una enfermedad como el cáncer, no dudó en responder: “Claro, aunque nosotros somos humildes, hemos ido progresando y, en la medida en que cada quien ha podido, ha dicho presente en mi caso”. No dejó de mencionar a amigos que también se han solidarizado con ella.
La protagonista de hoy es madre de una adolescente de 15 años y de un niño de cinco años. Tiene su pareja que también la apoya y es su soporte. “Pero de verdad, este tipo de enfermedad es desgastante, y lo más duro es la poca ayuda gubernamental que reciben los pacientes que la padecen. Esto es otro factor que crea malestar dentro de la batalla que hay que librar”.
Ella no se refiere sólo al apoyo que necesita alguien de escasos recursos, sino de todos, porque es un mal que puede dejar a cualquiera en la quiebra.
También le dolió mucho cuando se acercó a la gente de la entidad bancaria donde tiene el préstamo de su casa y, al explicarle su caso sólo recibió un “no podemos hacer nada”.
“Le dije: ‘Ustedes saben que, en siete años, nunca me he atrasado en mis pagos mensuales, pero ahora tengo esta situación, ¿qué se puede hacer en este caso?’. Y sin rodeos me contestaron que debía pagar, que no hay programas para eso”. Nunca han dejado de llamarla para que vaya a pagar.
Se le han juntado varios meses con todo y mora y, como Dios la ha ido ayudando, va haciendo lo que puede. Decidió alquilar su casa para ver cómo resuelve lo de la hipoteca.
“Yo no he salido a pedir, sólo quiero trabajar”. Lo repitió varias veces durante la entrevista, esta mujer que, para seguir en su proceso de recuperación, sólo tiene sus servicios profesionales para ofrecer y lo más importante: “La gracias de Dios”.
Fuente: Listín Diario/ Martha Quéliz