Desde un pequeño pueblo en Huesca, su historia de superación y vocación se convierte en inspiración para miles.
En una ciudad de apenas 17 mil habitantes, enclavada en la provincia de Huesca, al norte de España, una médica dominicana brilla con luz propia. Se trata de la doctora Gerdica de los Santos, especialista en medicina estética, quien ha roto barreras y conquistado espacios que antes parecían inalcanzables para una joven caribeña nacida en una familia humilde.
Hoy dirige su propia clínica, es formadora internacional de laboratorios Fillmed, una de las marcas más prestigiosas del mundo en medicina estética, y es reconocida por su enfoque integral de la belleza, donde cuerpo, mente y alma se conectan para sanar.
Raíces dominicanas, determinación universal
Originaria de la República Dominicana, Gerdica vivió su infancia en La Romana, donde, según cuenta, su madre le inculcó una férrea disciplina: los sábados eran para estudiar inglés y computación, no para dormir. “Lo que entonces parecía una obligación, hoy lo reconozco como una base fundamental para lo que he logrado”, afirma con gratitud.
Se graduó summa cum laude en Medicina en la Universidad Central del Este (UCE), y en 2009 obtuvo una beca para estudiar en España. Aunque su primera opción era Estados Unidos, decidió aceptar el reto de comenzar desde cero en Barcelona. “Fue un choque emocional. No conocía a nadie, pero mis padres me empujaron a atreverme”, recuerda.
Durante ese proceso, una crisis personal relacionada con su piel la llevó a descubrir su verdadera vocación: la medicina estética. “Tenía brotes que ningún tratamiento solucionaba. Me puse a investigar y descubrí un mundo que me apasionó”.
Más que estética, medicina con propósito
Para la doctora Gerdica, la medicina estética no se trata solo de cambiar la apariencia, sino de sanar heridas emocionales. En su consulta, muchos pacientes llegan buscando una solución externa a un conflicto interno.
“He tenido pacientes que lloran en consulta. Escucharles, decirles que están bien como son, ya es un acto terapéutico. Una vez traté a una mujer con baja autoestima que ocultaba sus ojeras con flequillo. Después del tratamiento, recuperó su seguridad, volvió a hacer reuniones presenciales y me dijo: ‘me devolviste la vida’. Eso no tiene precio”.
Este enfoque humano la ha convertido en una profesional cercana, admirada no solo por sus resultados estéticos, sino por la calidad emocional del trato que ofrece.
Una clínica en tierra extranjera
Uno de sus mayores logros es haber fundado su propia clínica estética en Barbastro, un proyecto que emprendió sola, sin familia cerca. “Ser extranjera pone sus piedritas en el camino, pero yo necesitaba tener algo mío. Y lo logré”, afirma.
La clínica Doctora Gerdica de los Santos no es solo un espacio médico: es un pedazo del Caribe en el norte de España. Música dominicana, decoración con palmeras y una energía cálida que sus pacientes agradecen.
“Donde voy, llevo mis raíces. Trato a mis pacientes dominicanos como familia. Les doy regalitos, les hago sentir que están en casa. Nuestra cultura se contagia y eso también cura”.
De alumna a formadora global
Gracias a su entrega y excelencia profesional, la doctora fue seleccionada como formadora oficial de Fillmed, una de las marcas líderes en medicina estética a nivel mundial. Hoy es embajadora de la marca y conferencista internacional, habiendo impartido talleres y ponencias en países como México, Argentina y Arabia Saudita, ante audiencias de más de 900 médicos.
Todo comenzó, según relata, con una simple consulta por Instagram. “Es increíble cómo un mensaje puede abrirte una puerta al mundo”, dice.
Madre, mujer, emprendedora
Ser madre y empresaria en un país extranjero no ha sido fácil. “Hay muchas responsabilidades y momentos en que estás sola. Pero cuando amas lo que haces, no se siente como trabajo. Lo vivo con pasión”, asegura.
Con su historia, la doctora Gerdica de los Santos se ha convertido en un símbolo de perseverancia, fe y empoderamiento femenino. Para ella, nada de lo que ha vivido ha sido casualidad: “Todo ha sido parte del propósito de Dios. Yo no creo en la suerte, creo en el plan divino”.