Cuando escuchamos el himno nacional, o cualquier otra canción alusiva a la dominicanidad nos invade el orgullo de haber nacido en esta tierra.
Quién no ha sentido como se engrifan sus pelos cuando observa ondear su bandera en playas extranjeras. O cuando escucha a Fernando Villalona cantar “Dominicano Soy”. Más simple aún, cuando un criollo logra destacarse en Juegos Olímpicos, certámenes de cualquier otro tipo, deportes o reality Show. Esa sensibilidad es nuestra fortaleza.
Una de las razones por las que los dominicanos tienen el sello de ser un pueblo solidario, es porque, así como nos unimos ante el dolor y la tragedia, también reímos, compartimos, celebramos y disfrutamos el triunfo de cualquiera de nosotros.
Una de las más recientes muestras de la marcada identidad de nuestro pueblo, es la entereza y pasión que han puesto los jugadores del equipo dominicano en el Clásico Mundial de Béisbol.
Cada uno de esos hombres lleva encendida en su pecho la llama de la dominicanidad. No hay dinero de por medio. No hay moneda que pueda comprarles. Solo el deseo de darlo todo por Patria.
Esto debe servirnos de ejemplo para vivir con apego, dignidad y sobre todo orgulloso de pertenecer a esta raza. Hombres y mujeres de bien, que aún creemos en el sueño de nuestros forjadores. Fomentemos las buenas acciones nuestros hechos nos engrandecen y nuestras obras hablan solas.