Por Ramón Grullón
Las elecciones de este martes 5 de noviembre no son unos sufragios tradicionales para elegir quién gobernará la isla durante los próximos cuatro años. En esta contienda se decidirá si queremos un sistema económico similar al de Venezuela o si preferimos la prosperidad que representa el sistema democrático de los Estados Unidos.
A medida que se acercan las elecciones del 5 de noviembre, Puerto Rico se encuentra en un momento trascendental de su historia política. Con las encuestas indicando que Jenniffer González, del Partido Nuevo Progresista (PNP), mantiene una ventaja de aproximadamente un 5% sobre su competidor, Juan Dalmau, el futuro de la isla pende de un hilo. La contienda no solo refleja una elección entre candidatos, sino una clara opción entre dos visiones de desarrollo y gobernanza que definirán el rumbo económico y político de Puerto Rico.
González representa la posibilidad de un futuro en estrecha colaboración con Estados Unidos, promoviendo políticas que favorecen el crecimiento económico y la estabilidad. Su historial es impresionante: desde convertirse en la presidenta de la Cámara de Representantes a los 32 años, hasta ser la primera mujer y persona más joven electa como comisionada residente en Washington. Su experiencia en el Congreso y su enfoque en cuestiones críticas, como la recuperación de desastres naturales, subrayan su capacidad para liderar en tiempos de crisis.
Por el contrario, Dalmau y su ideología independentista se asocian con un modelo económico que muchos ven con recelo, más alineado con las trágicas realidades de regímenes como el de Nicolás Maduro en Venezuela. La historia ha demostrado que adoptar modelos que favorecen un control estatal excesivo puede tener consecuencias devastadoras. Puerto Rico ya ha enfrentado suficientes crisis; no puede permitirse otra que derive de decisiones erróneas en la urna.
La comunidad dominicana en Puerto Rico, que cuenta con más de 25,000 votantes, tiene el potencial de ser un factor decisivo en estas elecciones. Su voto no es solo un derecho, sino una responsabilidad hacia el bienestar de sus familias y de la isla. Un apoyo sólido a González no solo es una defensa de la democracia, sino una apuesta por un modelo que promueva la libertad económica y la estabilidad, evitando así los peligros del socialismo.
El hecho de que González tenga una ventaja en las encuestas no debe ser motivo de complacencia. La participación activa de todos los ciudadanos es esencial; cada voto cuenta en esta contienda. Su equipo de campaña debe actuar con la misma urgencia que si estuvieran en un empate, reconociendo que cada elección es un reflejo de la voluntad del pueblo.
El 5 de noviembre, los puertorriqueños deben reflexionar sobre lo que quieren para su futuro. Votar por Jenniffer González Colón no solo es elegir un liderazgo; es optar por un camino que promueva la prosperidad y la estabilidad económica que la isla tanto necesita. Es un momento para la acción, para unir fuerzas y asegurar un futuro que todos deseamos construir. Puerto Rico merece un liderazgo que lo guíe hacia un mañana mejor.