Puerto Plata, R.D. – A orillas del Océano Atlántico, en uno de los enclaves más simbólicos del renacer turístico del norte dominicano, yace hoy una estructura que clama por atención. El Anfiteatro “Juan Lockward” de Puerto Plata, inaugurado en abril de 2017 con gran optimismo, enfrenta un alarmante deterioro tras años de abandono institucional y climáticas adversas que han cobrado factura.
Diseñado como un ícono arquitectónico y cultural, el anfiteatro de estilo griego se construyó con una inversión de más de RD$250 millones, contemplando una capacidad para 4,000 espectadores, un escenario de 315 metros cuadrados y una ubicación privilegiada junto a la histórica Fortaleza de San Felipe. Hoy, sin embargo, su imagen dista mucho del esplendor con el que fue presentado al país y al mundo.
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Una joya cultural en ruinas
Durante un reciente recorrido por la zona, se constató que el deterioro va más allá de lo superficial. La pérdida total de la cubierta acústica del escenario, arrasada por una tormenta y nunca restaurada, es solo uno de los síntomas visibles. El portón de acceso presenta severos daños, mientras que el muro de la Fortaleza de San Felipe —monumento histórico nacional— también muestra signos de abandono y deterioro estructural.

El anfiteatro ha permanecido inactivo por casi dos años, sin programación artística ni mantenimiento básico, a pesar de haber sido en el pasado un escenario vibrante para conciertos de gran escala, con participación de artistas nacionales e internacionales. Su ubicación y diseño lo convirtieron en un atractivo singular tanto para visitantes de ciudades como Santiago como para turistas internacionales.
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Preocupación comunitaria y silencio oficial
Las imágenes del estado actual del anfiteatro se han viralizado en redes sociales y medios locales, despertando la indignación de la comunidad cultural de Puerto Plata. Diversos sectores, incluidos gestores culturales, líderes comunitarios y empresarios del turismo, han exigido una intervención urgente por parte del Ministerio de Turismo, el Ministerio de Cultura y la Alcaldía Municipal, así como del Viceministerio de Turismo para la Región Norte.

“El anfiteatro fue construido con visión de futuro, como plataforma para dinamizar la economía y el arte. Dejarlo caer es una pérdida patrimonial y una falta de respeto a la inversión pública y al pueblo”, afirmó un miembro del colectivo cultural local que pidió reserva de su nombre por temor a represalias.
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Una advertencia al sistema de gestión cultural
El caso del Anfiteatro Juan Lockward es un reflejo de una crisis más amplia en la gestión y preservación de infraestructuras culturales en República Dominicana. Más allá del abandono físico, lo que está en juego es la visión de largo plazo para el desarrollo sostenible del turismo y el arte como motores de identidad y economía.

Las autoridades aún no han emitido un plan claro de restauración ni han explicado públicamente las razones detrás del prolongado descuido. Mientras tanto, el anfiteatro continúa su descomposición bajo el sol, la sal del mar y la desidia institucional.
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Una cuenta regresiva para la memoria cultural
Puerto Plata, conocida como “La Novia del Atlántico”, no merece perder uno de sus símbolos contemporáneos más representativos. La rehabilitación del Anfiteatro Juan Lockward no es solo una necesidad técnica, sino una obligación moral y cultural. Si no se actúa con prontitud, el país arriesga perder no solo una estructura costosa, sino también un espacio vital para la proyección del arte y la identidad dominicana en el siglo XXI.