París, Francia- El discurso pronunciado este viernes por José Antonio Rodríguez, delegado permanente de la República Dominicana ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), fue calificado como uno de los dos mejores valorados por el presidente de la 40ava Conferencia General de ese Organismo, el embajador Altay Cengizer.
El diplomático dominicano participó en la 209ava sesión del Consejo Ejecutivo de la UNESCO, en representación de República Dominicana, en su condición de Estado Miembro del citado órgano.
A continuación, el discurso íntegro:
Primero, sirvan mis palabras para agradecer los mensajes de solidaridad para mi y mi familia en esta difícil prueba a la que hemos sido sometidos con la pérdida de nuestro hijo, gracias de corazón, sus palabras sirvieron para mitigar el dolor.
A veces pienso que olvidamos o nos conviene olvidar sobre cuál es nuestro papel como países Miembros de esta Organización.
Olvidamos que, si bien hemos sido señalados por la política para ocupar un puesto en la UNESCO, no menos cierto es que los que nos eligieron para representar nuestros países lo que menos esperan es que en un espacio donde la educación, la cultura, las ciencias, las tecnologías y sobre todo la comunicación siendo las prioridades de esta casa, no seamos capaces de emular anteriores gestiones diplomáticas que hicieron de la UNESCO un espacio de paz, donde las ideas encontraron un lugar donde ser analizadas, ampliadas, debatidas, donde los resultados de las más diversas reuniones terminaban con las sonrisas que solo pueden ser mostradas cuando se está satisfecho por el deber cumplido.
Se que lo saben, se que lo comentan, lo dicen en voz baja pero se escucha en todos lados de esta casa, las paredes oyen y lloran.
Aquellos que tienen más de 20 años lo sufren, nunca habían vivido un estado de división y apatía como el que estamos sufriendo y lo peor es que lo hacemos sin medir las consecuencias.
No porque no se dice en voz alta significa que no se escucha, que no se discute, que no se conversa.
Si existe una agenda para restarle importancia al papel unificador y de paz de esta nuestra institución como si estuviéramos en otro espacio donde la política es la que diseña las palabras, nuestro silencio será responsable del futuro triste y no muy lejano, pero les puedo asegurar que son más los países que no se prestarán a esa absurda agenda enmascarada por la división.
Se que para muchos estas palabras serán más las de un artista que un político y les doy toda la razón, porque esta casa de la cultura, es más mi casa, por eso me duele tanto su presente y su futuro.
No más la excusa de la pandemia, mostrémosles al mundo que representamos que, en esta institución se buscan y se encuentran soluciones.
La pandemia sigue siendo una increíble y única oportunidad para crecer y sobre todo, mostrar nuestra utilidad.
La forma de hacer y comunicar lo que hacemos debe cambiar, no podemos seguir sintiéndonos útiles dentro de este emblemático edificio, si el mundo no nos mira, no nos aplaude y no nos cuida.
No nos crucemos de brazos.Saquemos las ideas junto a la creatividad. Mostremos una institución fuerte y decidida, sembremos esperanza.
¡Rompamos el molde!
Que los puntos y las comas solo dividan las palabras y oraciones más no nuestra razón de estar aquí y ahora.
Si no somos autocríticos la crítica nos llegará de fuera, tocará nuestras puertas y nos veremos obligados a responder y eso queridos amigos y maestros, eso no es lo que nadie de esta casa quisiera vivir. Démosle la oportunidad a la unidad.
La UNESCO no son los países miembros, la UNESCO no es la Secretaría y la Dirección General. La UNESCO no son los técnicos que trabajan para llevar a cabo las agendas que emanan de la Conferencia.
La UNESCO somos todos y cuando uno de nosotros quiere hacer valer una fortaleza cobijándose en el tamaño de su territorio o su influencia en temas políticos, pierde su utilidad al no poder sostener este laboratorio de ideas donde la paz deja de ser palabra gastada para ser el credo que nos mueve y motiva.
Mirémonos en el espejo del pasado. Hagamos honor a los que estuvieron antes pero sobre todo, mostrémosles a las generaciones futuras que ocuparán estos asientos, que existió una legión de diplomáticos que por encima de sus diferencias de idioma, color, costumbres, culturas y tamaño, supo ver en esa diferencia la unidad que da razón de ser y estar en este nuestro hogar, la UNESCO.