SANTO DOMINGO.- El escritor Rafael García Romero definió a la poetisa y educadora Salomé Ureña como una adelantada de su tiempo, ya que concibió una escuela y ejecutó todo un plan revolucionario de estudios a finales del siglo diecinueve, cuando todavía el país no contaba con centros académicos para la mujer.
García Romero habló en el panel “Aportes de Salomé Ureña y el Isfodosu a la formación de maestros en República Dominicana”, en el marco de la XIX Feria Internacional del Libro, donde también presentó la vigésima edición de la novela Ruinas.
En la actividad, realizada en la sala de la Cultura Aida Bonelly del Teatro Nacional, García Romero compartió escenario con la doctora Ruth Nolasco, educadora de una dilatada carrera educativa, hija de los esposos Sócrates y Flérida de Nolasco, prima de los Hermanos Henríquez Ureña, y ahijada de Leonor M. Feltz, una de las primeras alumnas de Salomé Ureña, egresada del Instituto de Señoritas, en 1887, junto con Luisa Ozema Pellerano, Mercedes Laura Aguiar, Ana Josefa Fuello, Altagracia Henríquez Perdomo y Catalina Pou.
En esa época, planteó García Romero, la mujer dominicana no contaba con ningún apoyo del Estado para formarse de manera profesional, al tiempo de destacar que se trató “de una labor educativa compartida, y que no se le puede atribuir de manera personal y exclusiva a Salomé Ureña, ya que la ejecutó bajo la orientación del educador puertorriqueño Eugenio María de Hostos y el intelectual Francisco Henríquez y Carvajal, quienes trabajaron junto a la maestra en la creación de la primera escuela Normal para mujeres”.
Acerca de “Ruinas”
El autor ponderó que constituía un hito que la novela “Ruinas” llegara a la vigésima edición, pero lo justificó debido al personaje en el que se apoya su argumento, que es una maestra, una mujer de la cultura dominicana y, sobre todo, madre de varios escritores e intelectuales, como son Pedro, Max y Camila Henríquez Ureña.
En ese orden planteó que “Ruinas” es un excelente libro de lectura para todo estudiante de pedagogía, y que sería un pecado imperdonable que una persona se graduara de cualquier carrera vinculada a la educación sin haber leído la novela.
A la actividad asistieron maestros y estudiantes de pedagogía de los centros regionales del Isfodosu. El licenciado Apolinar Méndez, director de Cultura y Extensión, representó a las autoridades del alto centro de formación magisterial.