Los dibujos del maestro dominicano de la plástica Iván Tovar se exhiben en Lucy García Arte Contemporáneo hasta el 30 de abril en la exposición titulada “La Poética del gesto”.
En sus obras, el artista proyecta las esencias de un arte ensimismado y la condición humana, con un despliegue continuo de trazados espaciales y transparencias cromáticas.
Cuando analizan a Iván Tovar, casi siempre evocan sus años en París, su sitial en el reconocimiento internacional, y los recovecos del surrealismo. ¿Por qué no preferir a esos hilos conductores personales y consabidos, el placer y las delicias que, a cada mirada, en cada dibujo, Iván Tovar nos brinda, con amor y humor? En fin, la suerte está echada…
La Poética del Gesto es una exposición curada por Orlando Isaac en colaboración con el Gestor Cultural Yuri Ruíz y el patrocinio del Banreservas.
En su crítica sobre la muestra pictórica de Tovar, la escritora e historiadora Marianne de Tolentino dice que el trabajo que el artista exhibe alude a la manera poética, onírica, erótica, satírica y lúdica, la representación de estas obras en donde nos dice “Iván Tovar nos sumerge en la realidad suya, fascinante e hipnótica, alineada y delineada…
Iván reinventa el mundo sin preservar casi nada de aquellas vanas apariencias. Él conserva el bodegón, el paisaje y hasta el retrato, pilares de la vieja academia que frecuentó y asimiló, pero, real y etimológicamente los metamorfoseó, les cambió la forma… Objetos ignotos e “ivanescos” perturban la rutina perceptiva y comunican el goce de una revelación.
“Morfología orgánica y arquitectura carnal, hoy exaltan la línea rigurosa del diseño y la depurada configuración del dibujo. El esplendor de estas metáforas gráfico-pictóricas supera el léxico nuestro de palabras reusadas… ¿No colocaba Pedro Mir muy por encima de la literatura y la poesía misma, la creatividad ilimitada de las artes visuales? Señaló la crítica de arte, Marianne de Tolentino.
Sueños, susurros, sensualidad se enroscan en dibujos mágicos. Sin embargo, las audacias y los refinamientos emprenden los caminos de una nueva envergadura, más austera tal vez. Aquí, transmiten una intensidad menos barroca y contorsionada de sus vértigos.
En el dibujo, el artista proyecta las esencias de un arte ensimismado y la condición humana, con un despliegue continuo de trazados espaciales y transparencias cromáticas, con punzones de autodefensa más que de agresión, con sacudidas rítmicas… y, repentinamente, la ofrenda de un seno devuelve la dulzura.
«Reactivar la llama del deseo, ese gran desconocido, cuyo misterio se mantiene intacto hasta en el goce, ¿acaso no será esto el verdadero asunto para Tovar”? Esta pregunta-respuesta la hizo el ensayista Jean Michel Goutier, estremecido hasta el extremo de convulsionar sus palabras al compás de la obra de Tovar en un desciframiento efusivo, viendo el erotismo como elemento prominente.