Por Adolfo Pérez de León
Cada 27 de febrero, la historia nos llama a recordar el momento en que un grupo de valientes decidió que la libertad y la soberanía de la República Dominicana no eran sueños inalcanzables, sino derechos irrenunciables. Hoy, 181 años después, su legado sigue siendo una fuente de inspiración para construir una nación fuerte, justa y con instituciones sólidas.
Un legado de lucha y convicción
En 1844, los trinitarios, liderados por Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez, unieron sus fuerzas con un propósito claro: construir una nación libre, justa y con instituciones capaces de sostener su independencia a lo largo del tiempo. Su lucha no fue producto de la casualidad o la improvisación, sino el resultado de un ideal bien pensado, una lucha organizada y la convicción de que un pueblo con principios puede forjar su propio destino.
La independencia: Un punto de partida, no un final
La independencia dominicana no fue un punto final, sino un punto de partida. Fue el inicio de un camino hacia la consolidación de una República basada en instituciones fuertes, justicia, crecimiento y bienestar para todos. Los fundadores de la patria entendieron que una nación verdadera no se sostiene solo con fronteras definidas, sino con instituciones que protejan la dignidad y los derechos de sus ciudadanos.
Los desafíos de hoy
Hoy, más que nunca, debemos mirar el ejemplo de los fundadores con ojos críticos y valientes. Una República Dominicana fuerte no es aquella que solo celebra su independencia, sino la que trabaja día a día para:
- Consolidar su democracia.
- Combatir la corrupción.
- Fortalecer la justicia.
- Garantizar oportunidades reales para todos los ciudadanos.
Cada vez que defendemos la transparencia, exigimos derechos y promovemos el bien común, estamos honrando la sangre derramada por nuestra independencia.
El papel de las nuevas generaciones
Es esencial que los jóvenes dominicanos, frente a la creciente influencia del multiculturalismo y las transformaciones globales, no renuncien a la sagrada misión de ser los defensores de los valores patrios. Las nuevas generaciones tienen la responsabilidad de fortalecer nuestra República Dominicana, asegurando que siga avanzando con firmeza hacia el futuro, respetuosa de sus raíces y capaz de enfrentar con esperanza y determinación los desafíos venideros.
Honrar el sacrificio de los fundadores
Que esta conmemoración de nuestra independencia sea más que un acto protocolar. Que sea una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso con una República Dominicana institucionalizada, capaz de mantenerse estable y de servir de ejemplo ante las naciones del Caribe. Honremos el sacrificio de Duarte, Mella y Sánchez no solo con palabras, sino con acciones que fortalezcan la patria que ellos soñaron.
Conclusión
Ser independientes no es solo un hecho del pasado. Es una tarea de cada día. La República Dominicana de hoy tiene retos enormes, pero también tiene grandes aciertos. La lucha por un país más justo no terminó hace 181 años, sigue viva en cada dominicano que se resiste a la indiferencia y que trabaja por un futuro mejor. Que el espíritu de Febrero de 1844 nos inspire a seguir construyendo una nación fuerte, justa y soberana. ¡Viva la República Dominicana! 🇩🇴✨