El director general de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado Santo Domingo (CAASD), Ingeniero Felipe Suberví, Fellito, destacó que el programa de limpieza de barrancas contaminadas ha salvado y transformado la vida de miles de personas en el Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo.
“No es lo mismo tener una barranca al lado que jugar y hacer deporte encima de ella. Y eso es lo que estamos haciendo en este gobierno que lidera el presidente Luis Abinader, convertir las barrancas en espacios de vida”, afirmó. expresado.
Suberví mencionó que cuando llegó a la institución desarrolló un plan de trabajo enfocado en el saneamiento de quebradas a cielo abierto en el Gran Santo Domingo, que representaban un peligro para las comunidades aledañas.
«Recuerdo que haciendo política en los barrios me di cuenta de la situación que vivían cientos de familias y me preguntaba por qué ningún gobierno se preocupaba por dar soluciones definitivas a un problema tan inquietante como el de las quebradas a cielo abierto», relató el funcionario.
Explicó que el saneamiento de estos cursos de agua, realizado a través de canales, viene con componentes adicionales que impactan positivamente la calidad de vida de las comunidades afectadas. Esto incluye crear acceso a servicios, paisajismo, embellecimiento de áreas circundantes, brindar espacios para entretenimiento, así como la construcción y reparación de viviendas.
Entre las quebradas emblemáticas del Gran Santo Domingo que ahora se transforman en espacios habitables se encuentran Quebrada Tiradentes con el Parque Cristo, Altos de Sabana Perdida con el Parque Sabana, Cachón Oeste, Cancino Adentro, Los Rieles, Los Cocos, Villa Emilia I, II, Los Dulceros. , Café de Herrera, La Malanga, San Luis y Dos de Enero.
Entre las quebradas actualmente en saneamiento se encuentran Guajimía, La 800ta, en Los Ríos, Los Peralejos, Paseo de la Gracia de Dios en Villa Marina, y Marañón en sus fases I y II, III y IV, siendo este último uno de los más grandes y contaminados. en Santo Domingo Norte, con una extensión de 2,5 kilómetros.
La remodelación del barranco fue una demanda de décadas por parte de las comunidades afectadas, sin que ningún gobierno abordara definitivamente un problema ambiental que mantenía a cientos de familias viviendo cerca de un canal contaminado y condiciones insalubres que, durante las temporadas de lluvias, mantenían a las familias en constante incertidumbre en el área. Las obras consisten en la construcción de una alcantarilla tipo cajón que mejore el drenaje pluvial y sanitario de las viviendas adyacentes a los cursos de agua, la construcción de caminos de acceso, la instalación de tuberías para la distribución de agua potable y la construcción de pozos de visita pluviales y sanitarios.