El icónico espectáculo argentino ofreció un viaje sensorial y nostálgico
El Teatro Nacional se llenó de emoción con “Forever Tango”, una obra que combina baile, música y drama en su máxima expresión.
La sala principal del Teatro Nacional Eduardo Brito vibró con cada paso, cada nota y cada mirada. “Forever Tango”, el emblemático espectáculo argentino dirigido por Luis Bravo, dejó claro por qué ha conquistado al mundo desde su estreno en Broadway en 1997. La propuesta, cargada de drama, sensualidad y nostalgia, no es solo un show de tango: es una experiencia emocional completa.

Producido por MD Producciones, bajo la batuta de Mónika Despradel, el montaje trajo a escena a 14 bailarines de clase mundial y una orquesta en vivo compuesta por siete músicos, que pusieron el alma en cada interpretación. Desde el primer acorde hasta el último giro, el espectáculo capturó al público dominicano con 22 piezas que narraron distintas historias, todas atravesadas por la intensidad del tango.
La puesta en escena abrió con la participación de Juan Horvath y Natalia Turelli, dando paso a “El Suburbio”, una coreografía ambientada en un burdel típico del Buenos Aires de finales del siglo XVIII. En ese espacio crudo y lleno de personajes fugaces, el tango se presentó en su forma más visceral. Luego llegó “En lo de Hansen”, evocando aquella famosa casa donde, a principios del siglo XX, jóvenes de familias adineradas se escapaban a bailar lo prohibido. El ambiente era otro, más elegante, pero igual de cargado de deseo y tensión.

Marcela Ríos, voz invitada, sumó un tono melancólico y profundo a varias piezas, aportando esa capa vocal que hace del tango una herida que canta. Su interpretación, en perfecta sintonía con la coreografía, amplificó la emoción del público.
Uno de los grandes aciertos del espectáculo fue la variedad de historias que construyó a través del baile: el tango en París, los toques de humor en el movimiento, la huella italiana en la música, el misterio y la oscuridad del alma porteña. Todo esto acompañado de un vestuario deslumbrante diseñado por Argemira Affonso, que acentuó cada época, cada personaje, cada relato.
“Forever Tango” no necesita traducción. Su lenguaje es el cuerpo, la música, la mirada. No es casual que, desde su debut, se haya convertido en la obra latina más vista en la historia del teatro internacional, con más de ocho millones de espectadores en todo el mundo. Lo que iba a ser una temporada breve en Nueva York se transformó en una residencia de 14 meses y tres regresos triunfales al circuito de Broadway.
En esta ocasión, el espectáculo llegó a Santo Domingo con el respaldo de Interenergy, Don Pedro, Lanco, Club de Lectores del Listín Diario, Color Visión y la Asociación Cibao.
Lo que quedó sobre el escenario fue más que danza: fue una declaración de amor al tango y a todo lo que representa. Una noche que no se olvidará fácilmente, donde el alma del Río de la Plata se instaló, por un par de horas, en el corazón del Caribe.