José Rafael Sosa
Cuando comenzó a circular en Londres en 1918, la novela de ciencia ficción Frankenstein, que sugería el poder humano de crear vida cual moderno Prometeo, la autora no tenía la menor idea de la plataforma que estaba sirviendo para que una compañía teatral independiente de República Dominicana, casi doscientos años más tarde, utilizara mediante su trama inicial, para llevan un mensaje existencial y social, utilizando simultáneamente el drama, el humor, el baile, el teatro del objeto, el acrobático, actuación de farsa, canción y los títeres y marionetas.
La pieza discurre escénicamente con pasajes variados de expresión y logra llevar un mensaje que abarca desde la perennidad de la vida humana hasta la corrupción en un imaginario país del Caribe.
Frankenstein tiene su principal atractivo en la combinación de expresiones y modos teatrales que alucina la percepción de quienes llenaron, función tras función, el Teatro Guyola
Teatro Guloya, bajo la dirección de Claudio Rivera, ubicó con precisión como última presentación de su temporada, a Frankenstein, seleccionó con buen criterio a Orestes Amador, que había representado este papel hace 17 años, (y que luego fue hecho por Vicente Santos), sorprendió el ambiente escénico local, al lograr una producción intensa, divertida y dramática, en la cual adquieren un valor especial recursos técnicos como el maquillaje realista y la escenografía.
Es este un Frankenstein discurren te, nuevo, socialmente valiente y realizado con una impecabilidad teatral, por la que debe quedar en el buen recuerdo del público que asistió a sus nueve funciones en el remodelado escenario (gracias a Ministerio de Turismo que ha remozado ésta y otras salas de teatro de la zona colonial).
Un montaje para ser tomado en cuenta al momento de evaluar lo mejor que escénicamente ha ocurrido en 2017.