• En México, las enfermedades cardiovasculares constituyen un problema de salud pública, pues las enfermedades del corazón representan la primera causa de muerte al año, con cerca de 70,000 defunciones por este motivo, y 26,000 por enfermedades cerebro vasculares según el Instituto Nacional De Salud Pública, México.1
BOSTON – Una investigación publicada en línea en la revista Journal of the American College of Cardiology confirma que las mujeres que tienen hipertensión gestacional o preeclampsia en al menos un embarazo tendrán un mayor riesgo cardiovascular que las mujeres sin esos antecedentes, y que este riesgo elevado persiste al menos hasta los 60 años.
«Las investigaciones realizadas en la última década han demostrado que existen factores de riesgo específicos del sexo para las enfermedades cardiovasculares entre las mujeres», dijo el autor principal Michael C. Honigberg, MD, MPP, de la División de Cardiología de Massachusetts General Hospital (Mass General). «Pero todavía había algunas lagunas significativas en nuestra comprensión de esos riesgos, y una de ellas era si el riesgo elevado persiste a largo plazo después de un embarazo hipertensivo, o si otras mujeres hacen una ‘compensación’ a medida que el riesgo cardiovascular aumenta con la edad en la población en general».
El estudio analizó una media de siete años de datos de seguimiento de más de 220.000 mujeres que fueron reclutadas entre 2006 y 2010 por el UK Biobank, una gran cohorte de investigación en el Reino Unido. El estudio hizo tres hallazgos significativos.
En primer lugar, las mujeres con antecedentes de embarazo hipertensivo presentaban arterias más rígidas y una tasa de hipertensión crónica entre dos y cinco veces superior en los distintos grupos de edad, en comparación con los sujetos de control.
En segundo lugar, eran más propensas a desarrollar condiciones cardiovasculares con el paso del tiempo, entre las que se encontraban la enfermedad arterial coronaria, como habían sugerido investigaciones anteriores, la insuficiencia cardíaca y dos tipos de valvulopatías — estenosis aórtica y regurgitación mitral — que no se habían asociado previamente con el embarazo hipertensivo.
En tercer lugar, el estudio descubrió que entre la mitad y un tercio del riesgo de enfermedad coronaria e insuficiencia cardíaca se debía a la hipertensión crónica, lo que, según Honigberg, «implica que el tratamiento de la hipertensión puede ser especialmente importante en esta población». En futuros estudios, dijo, se podrían estudiar nuevos enfoques para tratar la hipertensión o simplemente tratar la condición de forma más agresiva en mujeres que han tenido al menos un embarazo hipertensivo.
«Todavía estamos investigando cómo predecir y prevenir los trastornos hipertensivos en el embarazo», dijo Honigberg. «Pero lo que podemos hacer es mirar hacia adelante y tratar de mitigar el riesgo de que estas mujeres desarrollen enfermedades cardiovasculares más adelante». Eso incluye modificaciones de sentido común para la salud del corazón, como hacer ejercicio, comer sano, no fumar y controlar el peso. Además, algunas pueden beneficiarse de la medicación preventiva.
«Uno se sorprendería de la poca cantidad de médicos que no son gineco-obstetras — incluidos los cardiólogos — que preguntan a sus pacientes mujeres si han tenido alguna enfermedad hipertensiva en el embarazo», dijo Honigberg. «Esta investigación subraya realmente la importancia de que los médicos pregunten sobre estos antecedentes y de que las mujeres los compartan».
Los coautores del estudio fueron Seyedeh Maryam Zekavat, BS, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale y del Centro de Investigación Cardiovascular y el Centro de Medicina Genómica de Mass General; Krishna Aragam, MD, MS, de la División de Cardiología de Mass General y del Programa de Genética Médica y Poblacional del Instituto Broad; Derek Klarin, MD, del Programa de Genética Médica y Poblacional del Instituto Broad y del Departamento de Cirugía de Mass General; Deepak L. Bhatt, MD, MPH, de la División Cardiovascular de Brigham and Women’s Hospital; Nandita S. Scott, MD, de la División de Cardiología de Mass General; Gina M. Peloso, PhD, del Departamento de Bioestadística de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Boston; y Pradeep Natarajan, MD, MMSc, de la División de Cardiología de Mass General y del Programa de Genética Médica y Poblacional del Instituto Broad.