Kong: La isla de la Calavera, es una casi impecable cinta de aventuras y acción ficticia como notable un espectáculo de efectos especiales que logra unos colores dramáticos y legendarios, que la ubica por encima de sus entregas de 1933, 1986 y 2005.
Dirigida por Jordan Vogt-Roberts y protagonizada por Tom Hiddleston, Brie Larson, Samuel L. Jackson, John Goodman, John C. Reilly, Toby Kebbell, ha reivindicado el descomunal gorila al lograr un tono épico, ausente en sus versiones pasadas.
Kong tiene sus fallos: hay un universo de personajes secundarios no desarrollados adecuadamente , la innecesaria y ausente de lógica de sus tomas en cámara lenta y la desproporción en la escala visual de las criaturas creadas por computadora, una exageración que le resta verosimilitud.
Pero ello no impide reconocer que en esta entrega se trascienden los niveles de acción y aventura para incursionar en una interesante búsqueda de lo legendario, aportando como telón de fondo escenas (quien sabe si de homenaje, de referencia o de crítica) a los bombardeos de Napalm en la guerra de Vietnam, perdida, vergonzantemente por las tropas norteamericanas, en enero de 1973.
Es un producto fílmico de calidad como experiencia de evasión, cuidado en sus efectos y claramente diferenciado de sus predecesoras, incluyendo la primera versión, casi artesanal, dirigida por Merian C. Cooper, estrenada el 7 de marzo 1933 en Radio City Music Hall, pionera en sus efectos apoyados en la técnica de Stop Motion, (animación en volumen, parada de imagen, paso de manivela, foto a foto o cuadro por cuadro es una técnica de animación que consiste en aparentar el movimiento de objetos estáticos por medio de una serie de imágenes fijas sucesivas), sus animatronics y su base conceptual en el cuento clásico La Bella y la Bestia.
Esta Kong se coloca a distancia sideral de la aburrida, criticada y ganadora de los Premios Razzi (lo peor del cine), versión de 1986, dirigida por Joh Guillermin y de la tercera King Kong, de 2005, dirigida por Peter Jackson, realmente mucho mejor que la anterior.
Kong como experiencia fílmica es lo más completo que puede disfrutarse en sonido e imagen, como solo ese sistema puede producirlo.
Parte, en lo argumental, de la misma versión de 1933: un productor de cine, Carl Denham, contrata a Ann Darrow, bailarina fracasada, para que sea la protagonista de su nueva película a ser filmada en la inexplorada isla, en la que se encontrara con un gorila (King Kong).
La nueva Kong, se resuelve en una experiencia visual y sonora de primer nivel, que sirve a los fans de la franquicia y que debe atraer al público menos vinculado a la saga, por la calidad de la puesta en escena. Es un plato visual imperdible para quienes gustan de la acción y la aventura.
José Rafael Sosa