Los intereses de la mujer dominicana están amenazados en el proceso de discusión de la nueva ley de partidos políticos y procedimientos electorales. Pululan por doquier quienes propugnan por paridad de género. Sin embargo no se vislumbra mayores conquistas y la cuota femenina forma parte de los puntos críticos no consensuados entre los 77 artículos del proyecto de ley que cursa en el congreso.
La realidad es que muchos congresistas aluden que las conquistas de la mujer dominicana desde la reforma del 1947 se hacen notar; que ratificar el 33% por ciento de cuota femenina y establecer un procedimiento de compensación que permitirá completar la cuota en caso de que los resultados de las primarias de los partidos e incluyo de las elecciones no alcance el mínimo, constituye un nuevo catálogo de derechos de género.
No comparto esta visión, creo que este proceso de discusión que sobrepasa una década debe ser aprovechado para saldar deudas sociales y por qué no, con respecto a la mujer dominicana. Si de lo que se trata es de un nuevo régimen electoral que se espera, contribuya al fortalecimiento de la democracia e incentive la participación política de las o los ciudadanos, es una oportunidad que no se repetirá en los próximos 10 años por lo menos.
Durante los 12 años que viene discutiéndose la reforma al sistema electoral, miles de dominicanas han experimentado un crecimiento económico, intelectual y académico que responde a su visión de empoderamiento y anhelo de paridad. Las universidades y unidades de postgrados son constantemente abarrotadas, y las matrículas femeninas superan las de los hombres en áreas de humanidades, ciencias sociales, pedagogía, ciencias jurídicas y políticas.
Países como Bolivia, Costa Rica, Nicaragua, Ecuador y Venezuela avanzaron desde el 2011 en la propuesta de reconocer el 50% de las candidaturas municipales y congresuales a la mujer. En México, hay reserva del 40% de las candidaturas para el género femenino, según el mapa de mujeres en política de la ONU del 2012.
La voluntad política debe cohesionarse con la sociedad civil a fin de aprovechar este momento histórico para que la mujer dominicana goce de mayor participación en la vida política. Al mismo tiempo, se requiere un más alto nivel de conciencia para evitar replicar el fenómeno de auto exclusión femenina que afecta a la mujer en algunos de los países citados arriba, donde si bien se ha reivindicado la paridad de género, muchas mujeres se resisten a presentar candidaturas o declinan a favor de candidatos hombres.
A pesar de que la comisión bicameral cuenta con un liderazgo femenino emergente que representa los mejores intereses de la mujer dominicana, es inexorable la presencia abrumadora de actores cuyo criterio conservador podría frustrar cualquier intento reivindicativo pro paridad de género.
Por consiguiente, la mujer dominicana debe integrarse a las discusiones y defender su espacio a capa y espada. Por: Washington Wandelpool- Abogado