La República Dominicana atraviesa por uno de los periodos más importantes de cara a la democracia y a la reestructuración de su institucionalidad.
El pueblo no sólo se ha expresado en las urnas, las diversas manifestaciones realizadas en el país desde las frustradas elecciones de febrero pasado, así como el rechazo público a ciertas figuras de la política así lo demuestran.
La patria despertó y estará vigilante del cumplimiento de sus normas. Los nuevos incumbentes que ocuparán cargos públicos tienen bajo sus hombros una gran responsabilidad. Deberán manejar de manera transparentes la cosa pública, pues los dominicanos, seguirán vigilantes, y dispuestos a encararles y exigirles respeto.
En ese sentido, también la justicia deberá mostrar su mejor rostro, pues el descredito de ese poder judicial sigue latente. Fiscales, jueces y funcionarios deberán tomar conciencia de que los corruptos no tendrán espacio en la nueva Patria que se levanta y crece.
La política se transforma, las masas tienen nuevas exigencias y una nueva forma de “hacer política, sin ser políticos”. La juventud es la protagonista de este proceso.
Jóvenes empoderados
Una generación de jóvenes, sin intención política, se empoderó con el firme propósito de que se respete la Patria, la nacionalidad, la Constitución, la democracia, la justicia.
Una juventud desafiante, transgresora y dueña de un compromiso social apabullante está de pie y continuará firme para defender el país. Una nación corroída por políticos, saqueada por cuatreros, burlada por los que venden sentencias al mejor postor y oprimida por militares que no tienen forma de demostrar la procedencia de sus bienes.
La Patria está despierta y sus ciudadanos vigilarán con tesón el legado de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón antes de que sea demasiado tarde.