Uno de los mejores ejercicios para alimentar el alma es escribir. Cuando la musa está presente no dejo de hacerle caso, con la diferencia de que he cambiado el lápiz y el papel por las teclas del computador.
Hoy comparto con ustedes mi más reciente inspiración titulada: Recuérdame.
Recuérdame cuando el cielo se ponga gris. Cuando las nubes bailen al compás de viento, cuando el sol brille, o cuando la tierra se detenga.
Cuando tus labios requieran un beso, cuando tu piel precise un abrigo, cuando tu cuerpo necesite un abrazo, recuérdame.
Cuando las lágrimas bailen en tus mejillas, y el corazón se niegue a latir, recuerda que estoy aquí.
Tu recuerdo me acompaña, en mis mañanas soleadas o mis noches estrelladas. Tus recuerdos se niegan a abandonarme y me invaden el alma dejándome sin sentido. Tu recuerdo vive en mí, como si no hubiera más espacio en el universo que mi triste corazón.
No habrá distancia, tiempo o estación que borre tus ojos de mi recuerdo, no habrá lugar donde pueda esconderme de tu mirada, no habrá montaña donde suba para evitar tu voz, ni habrá desierto que logre secar este amor.
Recuérdame amor, pues yo no dejo de recordarte.