La plataformización de la prostitución ha provocado una reorganización de las prácticas, los espacios y los tiempos
Internet está cambiando las formas de relacionarnos. Escuchamos esta afirmación habitualmente, pero a menudo nos cuesta darnos cuenta de hasta qué punto lo está haciendo. En la última década, la red se ha convertido en el lugar central del intercambio de mercancías y servicios sexuales. Así, ¿cómo se ha reconfigurado la práctica y el consumo de la prostitución en el universo digital? ¿Y cuál ha sido el impacto de la reciente plataformización en la industria del sexo?
Estas son algunas de las muchas preguntas que tratan de responderse en un estudio en el que ha participado Rubén Rodríguez Casañ, investigador del grupo Global Literary Studies Research Lab (GlobaLS), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3), de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que ha analizado cerca de 450.000 anuncios y 21.000 reseñas de demandantes de prostitución para dar soporte al marco sociológico planteado.
La plataformización de la prostitución
Aportar cifras absolutas del número de demandantes, de los proxenetas, de las personas en situación de prostitución o del dinero que se maneja en la industria del sexo es complicado. Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 80% de las víctimas de los traficantes de personas en América Latina son mujeres y niñas, terminando la gran mayoría en manos de las redes de explotación sexual.
Estas cifras apenas parecen haber variado en la última década, a pesar de que la oferta y la organización de la industria del sexo se han reconfigurado por completo de la mano de la digitalización. Según el estudio, internet ha generado estos cinco grandes cambios en la oferta y el consumo de prostitución.
- Reorganización de las prácticas, los espacios y los tiempos
La primera gran conclusión del estudio es que la utilización de tecnologías digitales ha trasladado buena parte de la práctica de la prostitución de los clubes de alterne y de striptease a otros espacios como los hogares de los consumidores, los pisos de las anunciantes, hoteles, locales de agencias o centros de masajes eróticos. Esto ha obligado a las personas en situación de prostitución a incorporar nuevos lenguajes y un nuevo marketing sexual de presentación con todo lujo de detalles para que el demandante pueda refinar su búsqueda a partir de aspectos físicos, ofertas, proximidad, procedencia, servicios ofrecidos e incluso acceso a aparcamiento o copa gratuitos.
Además, aunque la prostitución a pie de calle y en clubes persiste, cada vez es más habitual que los contactos se produzcan de forma digital y el encuentro físico se adapte a las necesidades del demandante en espacio y tiempo, dispersándose por el tejido urbano y concentrándose, sobre todo, en pisos.
«Hemos visto como la actividad se distribuye cada vez más en función de la cercanía y de la disponibilidad en el momento y el lugar en los que los demandantes hacen la búsqueda», explica el científico de datos Rubén Rodríguez Casañ. «En la década de 1990, había barrios específicos en las ciudades dedicados a la prostitución. A través de una serie de políticas públicas, esta práctica se sacó de las ciudades y se asentó el modelo de los clubes de alterne alineados en las autopistas en las periferias de las ciudades. Hoy, el modelo de los clubes está perdiendo peso y, como consecuencia, los horarios también están cambiando. Mientras los clubes están más enfocados a un consumo grupal de viernes y sábados en horario de noche, en los pisos se da más durante la jornada laboral, de lunes a viernes».
- Mayor diversidad y nuevas formas de explotación
De acuerdo con el estudio, la plataformización y el desarrollo de la práctica de la prostitución en internet también ha causado un aumento de la diversidad en perfiles y en servicios, con la consiguiente especialización y diferenciación. Pero, sobre todo, señala el informe, el marketing digital muestra una nueva actitud ante el cuerpo de la mujer, al que cosifica todavía más y lo convierte en una fuente complementaria de enriquecimiento para nuevos actores, como los dueños de agencias y de las propias plataformas.
«En el informe, nosotros planteamos la prostitución como una institución, es decir, como un sistema de pautas de comportamiento reguladas y estables en el tiempo. No existe prostitución sin terceras personas que intervienen, organizan y se lucran», señala el investigador de la UOC. «Sin embargo, estas terceras personas desaparecen aparentemente de las webs de contacto, ya que se ofrece como una experiencia más con un sistema de valoraciones o reseñas. Por mucho que en internet se quiera vender como una relación entre dos personas libres en igualdad de condiciones, esto no se cumple. Hemos visto como las desigualdades de género, etnia, edad y clase son evidentes en esta actividad».
- Anonimato e invisibilización
Los cambios en los espacios, en los tiempos, en las prácticas y en la forma de organización de la prostitución de la mano de la digitalización han tenido una gran consecuencia: la invisibilización. «Lo que nos dicen los agentes estratégicos sobre el terreno, como la policía o las ONG, es que cada vez es más complicado acceder a las mujeres en situación de prostitución. Es difícil saber si están vinculadas a una agencia, a una organización de trata o a un proxeneta», detalla Rodríguez Casañ. «La plataformización ha contribuido a ocultar toda la cadena de la organización y parece que la relación entre demandante y anunciante se da en condiciones de igualdad».
- Mayor normalización
A su vez, la gran consecuencia de la invisibilización y esta aparente igualdad en las relaciones es el aumento de la normalización de la prostitución. De acuerdo con el informe, todo lo que era inaceptable en la calle se presenta con un nuevo lenguaje dulcificado en internet y está al alcance de pocos clics. Así, se produce una disociación en la percepción de las personas entre la prostitución en la calle (mal vista y peligrosa) y la prostitución «invisible» (mucho más tolerable), disfrazada con términos como escorts, sugarbabies o chicas de compañía.
«Estamos asistiendo a una especie de legalización de la práctica», añade el científico de datos de la UOC. «La percepción de la prostitución es más positiva cuando se ve menos, cuando utiliza términos para disfrazarla. Además, también hemos detectado que los hombres la aceptan más que las mujeres».
- Nuevos riesgos
En la actualidad, existe un amplio debate sobre si esta plataformización ofrece más o menos seguridad, libertad e independencia a las mujeres en situación de prostitución. De acuerdo con los autores del informe, aunque es cierto que al realizarse en línea se evitan peligros tradicionalmente asociados con la calle (arresto, violencia u hostilidad), con internet han aparecido también nuevas fuentes de daños y riesgos digitales como el ciberacoso, los ataques misóginos y racistas en las redes o la dependencia emocional a las malas valoraciones.
«Aunque vivamos en sociedades más liberales, no se percibe un descenso significativo en el consumo de prostitución. Lo que buscan los demandantes sigue siendo una cuestión de poder y de cumplir una serie de fantasías sexuales que no obtienen fuera del universo de la prostitución. Prácticas de riesgo como sexo oral sin protección o el consumo de drogas están muy presentes tanto en las reseñas de los prostituidores como en la oferta», concluye Rodríguez Casañ. «Existe una banalización clara del cuerpo de la mujer y de las propias prácticas».
Fuente: UOC