Enclavada en la histórica y romántica ciudad de París se yergue imponente el más emblemático de sus monumentos y uno de los más visitados del mundo: la Torre Eiffel, a donde cada año acuden cientos de miles de turistas de todas partes para vivir la experiencia de contemplar, escalar y explorar esta regia atalaya de impresionante infraestructura y belleza.
Esta magna obra arquitectónica concebida en 1844 por el ingeniero francés Alexandre Gustáve Eiffel y diseñada con el apoyo de sus colegas y compatriotas Émile Nouguier y Maurice Koechlin; se comenzó a construir en el 1887, (con el auxilio de 250 obreros ), fue inaugurada el 31 de marzo 1889 y se abrió al público el 6 de mayo de ese año.
La idea de levantar ese baluarte de hierro que hoy simboliza a la también llamada “Ciudad del Amor” surgió con ocasiòn de conmemorarse el primer centenario de la Revolución Francesa, para lo cual se publicó un concurso en el boletín oficial de esa nación y de las propuestas recibidas fue seleccionada la presentada por Gustavo Eiffel.
El proyecto concitó más detractores que defensores, fue rechazada por muchos artistas por considerarla muy costosa y por los moradores de los alrededores donde se erigió, quienes temían su desplome; pero en medio de grandes polémicas fue levantada, aunque pensando que tendría una permanencia temporal.
Al estimarse una inversión poco rentable se planteó demolerla al final de la feria, pero la soberbia fortificación recibió durante el evento más de un millón de visitas. Entonces se fijó como fecha límite para su desmoronamiento el año 1900 y es ahí cuando el ejército francés descubre lo idónea que resultaba esta torre la instalación de antenas y equipos de radio.
Con 300 metros de altura y un peso superior a las mil toneladas ostentó el titulo de la estructura más grande del mundo hasta el 1930, cuando se inaugura el edificio Chrysler, un rascacielos construido en la intersección de la calle 42 con Lexington Avenue, en el East Side de Midtown Manhattan, Nueva York, el cual supera con 19 metros al “Símbolo de París.”
La Torre Eiffel, ubicada a los pies del río Sena, construida de piezas metálicas unidas con remaches (modelo de la época en que se levantó), puede contemplarse desde cualquier punto de la ciudad y destaca por su hermosura y majestuosidad; pero de manera especial en las noches, porque la inmensa cantidad de luces ensanchan su esplendor.
Además, en el interior este célebre hito arquitectónico francés, el visitante tiene acceso a cualquiera de los bares o restaurantes que allí se albergan y donde se convida a una variada oferta gastronómica de incuestionable calidad, accesible para altos y modestos presupuestos.
Ascender a la cúspide de la “Dama de Hierro” (como muchos designan a este lugar de ensueños) es una experiencia que no debes perderte. Para hacerlo tienes dos opciones: utilizar uno de los ascensores o escalar los mil 665 peldaños que llevan hasta su cima y desde donde se observa la ciudad en parisina en 360 grados. No importa como lo hagas ¡Siempre vale la pena!