La doctora María Alicia Valenzuela, especialista en Oculoplastia del Instituto Espaillat Cabral, destaca cómo la toxina botulínica ha transformado el ámbito de la medicina estética, brindando soluciones efectivas tanto para mejorar la apariencia como para tratar afecciones de salud. Aunque es conocida por su capacidad para reducir arrugas y líneas de expresión, su versatilidad va más allá de los fines estéticos.
Un procedimiento rápido y efectivo
El tratamiento con toxina botulínica es sencillo y casi indoloro. Según explica la Dra. Valenzuela, comienza con una evaluación personalizada realizada por un médico calificado. El procedimiento consiste en inyecciones precisas en áreas específicas de la piel, lo que muchos pacientes consideran tolerable. En casos particulares, se puede aplicar una crema anestésica para mayor comodidad.
El proceso completo suele durar solo unos minutos, dependiendo del número de inyecciones necesarias y del área tratada, lo que permite a los pacientes retomar sus actividades diarias casi de inmediato.
Resultados naturales y duraderos
La toxina botulínica actúa bloqueando temporalmente las señales nerviosas que provocan la contracción muscular. Esto relaja los músculos responsables de las arrugas, suavizando las líneas existentes y previniendo la aparición de nuevas.
«Los resultados son visibles y naturales. En cuestión de días, los pacientes notan una mejora significativa en la apariencia de su piel, que puede durar varios meses,» asegura la Dra. Valenzuela.
Aunque no es permanente, los efectos pueden mantenerse con tratamientos regulares, lo que convierte a la toxina botulínica en una opción popular para quienes buscan una piel rejuvenecida de forma sostenida.
Manos expertas, resultados seguros
La Dra. Valenzuela resalta la importancia de acudir a especialistas calificados, como cirujanos oftalmólogos entrenados en oculoplastia, quienes poseen un profundo conocimiento de la anatomía de la región periocular. Este nivel de expertise garantiza un procedimiento seguro y resultados óptimos.
La toxina botulínica sigue consolidándose como una herramienta esencial en la medicina estética, ofreciendo soluciones rápidas y efectivas para el rejuvenecimiento facial, adaptadas a las necesidades individuales de cada paciente.