La imagen popular que ubica la música clásica como aburrida y mortuoria, queda hecha pedazos cuando en el camino se encuentra una institución musical, la de más alto registro en su interpretación, como Orquesta Sinfónica Nacional, al frente de dos jóvenes, un director apasionado y un virtuoso del violín, para mostrar lo que es posible cuando una carrera se abraza con seriedad y en la disposición de establecer el sello de respeto y la consistencia.
Guillermo Mota y Antonio Rincón, director asociado de la OSN y violinista invitado, ambos dominicanos, ambos estudiosos, ambos entregados a sus carreras, ambos iniciados en el Conservatorio Nacional de Música, nunca dudaron de su entrega a una carrera exigente.
Mota, director asociado de la Orquesta Sinfónica Nacional, el violinista Guillermo Mota, nacido en San Pedro de Macorís y desarrollado su talento en base a estudio, inspiración y técnica que le transmitieron las primeras enseñanzas como director orquestal que le transmitió del maestro Dante Cucurullo, en el Conservatorio Nacional de Música, sentó la firme presencia de un hombre que siente la música y que se goza en orientar los pases de una orquesta que resulta digna e inmensa institución musical.
Mota es evidencia de que el futuro de la dirección orquestal dominicana, tiene sus procesos asegurados. Hay en este director joven, sentido del compromiso, carisma y una notable formación técnica. Lo que hizo fue conducir al público por los pasillos indescriptibles del placer melómano, en su expresión más exigente y elevada.
El placer de su dirección se sintió plenamente al conducir, de Sergei Prokofiev, Romeo y Julieta, suite del ballet, Opus 64. Su actuación como director fue una de las notas más notables de esta entrega.
Antonio Rincón, proveniente de una familia de músicos y en la que encontró en su padre, Augusto Rincón, su primer maestro. Instrumentista, radicado en Estados Unidos, vino para mostrar lo que es posible lograr cuando la inspiración y el talento, con el estudio y el infinito entrenamiento en las horas del día y la noche, sin descanso, todo por la pasión de comunicar emociones mediante la música de permanencia.
Exquisito, cuidadoso, intenso, Rincón puso en vilo el aliento del público, cuando hizo los pasajes tiernos o agitados del Concierto para violín y Orquesta, de Aram Khatchaturian, escrito en 1940, estrenado en Moscú ese mismo año y que recibiera en Premio Stalin, orientado por el dictador ruso a reconocer con la más alta distinción, a los artistas sobresalientes de la entonces Unión Soviética.
El nuevo Ministro de Cultura, el escritor Pedro Vergés, en su primer mensaje al público que asiste a la Temporada sinfónica, exhortó a respaldar la ONS, siguiendo cada uno de los conciertos de la Temporada.
“Saludo, en éstas breves (y primeras) palabras, a los amantes de la música clásica de la consagrada temporada sinfónica, bajo la dirección del maestro José Antonio Molina, director titular” indica en un mensaje que fue insertado en el programa de la 75 Temporada.