Uno de los aspectos más controvertidos del trabajo desde casa es si merma o incrementa la productividad del empleado.
En este sentido, hay quienes creen que su implantación empeora los resultados, mientras que otros defienden justo lo contrario. Entre los argumentos que esgrimen los primeros encontramos el «síndrome de las ventanas abiertas», el cual consiste en el hábito de mantener decenas de ventanas de exploración abiertas en la pantalla del ordenador. De esta manera, saltamos de una tarea a otra sin llegar a centrarnos en ninguna de principio a fin.
La cuestión es: ¿de este modo estamos atendiendo perfectamente varios frentes a la vez o, en realidad, los estamos descuidando? ¿Es una manera de multiplicar la atención o de perder capacidad de concentración? Fernández Jaria es claro y rotundo al respecto: «La multitarea nos hace ir más lentos e influye de forma negativa en la calidad y en la productividad». Y añade: «Nuestros objetivos se alejan cuando actuamos en multitarea, aumenta el cansancio y la carga mental (conjunto de requerimientos mentales, cognitivos o intelectuales a los que se ve sometido el trabajador a lo largo de su jornada laboral, es decir, nivel de actividad mental o de esfuerzo intelectual necesario para desarrollar el trabajo)».
Es más, los efectos negativos pueden afectar a los empleados cuando quien trabaja en «modo multitarea» es su jefe, ya que este interrumpe constantemente, dificulta la tarea a sus colaboradores y, en última instancia, les resta productividad.
A nuestro cerebro le encanta pasar de un estímulo a otro
A pesar de que trabajar de este modo produce estrés, cansancio e insatisfacción, lo cierto es que es un hábito tremendamente extendido. Así que la pregunta que inevitablemente surge es por qué la mayoría de las personas tienden a la multitarea.
El experto en trabajo saludable y psicosociología laboral Manel Fernández Jaria señala dos razones fundamentales que explican este comportamiento: «la primera es porque la corteza prefrontal del cerebro (área donde planificamos, pensamos, ordenamos…) está programada para mostrar preferencia por las novedades. Cuando cambiamos de tarea recibimos una recompensa con dopamina. La búsqueda de estímulos nuevos nos proporciona un premio, nos hace pensar que somos más productivos cuando parece que estamos muy ocupados». Sin embargo, «el problema es que estar ocupado no significa que seamos más productivos ni nos acerca a nuestros objetivos», añade Fernández Jaria, parafraseando a Chris Bailey, escritor y consultor de productividad canadiense.
El otro motivo que aduce el experto es que cuando hacemos varias cosas a la vez nos parece que potenciamos nuestro rendimiento y nuestro ego se siente importante. Ahora bien, «puede que nuestro ego reciba un impulso de autoestima, pero realmente somos mucho menos productivos», advierte.