¡Llegó el 31 de diciembre! Fecha que marca el ocaso de un año y el nacimiento de otro. Inicia un ciclo diferente en nuestras vidas y es el momento en que tendemos a evaluar lo que hicimos, qué logramos, a trazarnos otra vez una serie de planes y objetivos y a diseñar las acciones a ejecutar para alcanzarlos.
Aunque es posible reevaluarnos, implementar cambios en nuestro modo de vivir y empezar nuevos proyectos en cualquier época, es al final de diciembre y a principios de enero cuando, generalmente, nos trazarnos metas y nos prometemos esforzarnos para cumplirlas. Esta actitud se debe a que actuamos embriagados del furor y la alegría que nos impregna la Navidad.
Algunos de los propósitos que la gente se hace cuando un año empieza son : eliminar malos hábitos, comer saludable, adelgazar, independizarte y organizarse económicamente, conseguir un mejor empleo, mejorar sus ingresos, adquirir una casa propia, pagar deudas, comprar o cambiar el automóvil, aprender otro idioma, etc.
Ahora bien, pese a la sinceridad de esos propósitos y el franco deseo de cumplirlos, la mayoría de las veces no los logramos. Emprendemos nuestro plan de acción y al poco tiempo lo abandonados, amparados en una serie de excusas con las cuales justificamos el porqué de “nuestro fracaso”.
Entonces ¿qué hacer para poder alcanzar las metas trazadas? A continuación te presentamos una recopilación de los consejos que al respecto ofrecen profesionales de la conducta y expertos en coaching:
– Deja claramente establecido lo que deseas y sobre esa base establece metas realistas, específicas, alcanzables y medibles. Trabaja con disciplina para su logro, paso a paso, consciente de que no todo se puede obtener de inmediato y que no existe una varita mágica capaz de convertir en realidad nuestros anhelos.
– Ten presente que “la acción precede a la motivación, no la motivación a la acción”. Cualquier pequeña gestión dirigida a conseguir el objetivo facilita su ejecución. Pregúntate cada día ¿qué puedo hacer hoy para acercarme a la meta que me he propuesto? . Cada pequeño triunfo fungirá como un empuje hacia otros de mayor dimensión.
– Debes ser paciente y perseverante. No te rindas a mitad del camino. Aprende de tus errores y si fallas, vuelve a intentarlo. Aprovecha los obstáculos para fortalecerte y sé flexible en tu plan de acción y si éste falla recurre a otro alternativo.
– No tomes decisiones absolutas del tipo «nunca más». Sé realista y proponte reducir la frecuencia. Evalúa periódicamente tus resultados y determinar qué debes.
– Fomenta una actitud mental positiva y piensa siempre que aun de las peores circunstancias se puede sacar provecho. Los fracasos son la antesala del éxito, si sabemos analizar sus causas.
– Apóyate en tus familiares y amigos, porque esto nos fortalece y resulta muy útil en momentos en que flaqueamos. Por ejemplo, si alguno de ellos quiere dejar de fumar, trabajando juntos lo pueden lograr con mayor facilidad.
– No te olvides que aunque “la fe mueve las montañas» cada deseo debe estar aparejado con un proyecto. No te quedes en la teoría, pasa a la práctica.