El público que acudió este domingo al Rotterdam Ahoy quizá esperaba una lucha de poder a poder entre los dos últimos maestros del circuito, Grigor Dimitrov y Roger Federer. No la pudo presenciar, pero sí fue testigo de una exhibición apabullante del suizo, que celebró con una victoria de muchísimos galones el número 1 del mundo que ostentará desde este lunes en la ATP.
Por 6-2 y 6-2 sacó de la pista Federer a un Dimitrov sin opciones, desdibujado desde el principio y hasta el final por la figura de un rival de por sí grande, pero venido todavía a más en una final sin más historia que la que sigue escribiendo el helvético en el planeta tenis. Porque, con el de Rotterdam, Roger se quedó a tres títulos de la centena en la ATP como solo él sabe hacerlo: convirtiendo en magia cada uno de los golpes que salieron de su raqueta.
Nada pudo hacer Dimitrov para frenar un vendaval en una pista dura indoor en la que Federer hizo lo que quiso y cuando quiso y en la que el búlgaro tan solo aguantó en los tres primeros juegos del partido. Desde entonces, el encuentro tan solo vivió pendiente de cómo iba a sorprender el suizo en cada uno de sus golpes.
Y no fue porque Dimitrov no lo intentara, ya que el búlgaro no se arrugódesde el fondo de pista, buscando peloteos para poner en aprietos al suizo. Eso sí, sin éxito, porque sus errores fueron castigados con demasiada dureza por un rival sin piedad, con hambre intacta a pesar de que ya son muchos los mordiscos que le ha dado a los libros de historia.
Lo demostró Federer en el quinto juego del primer parcial tras un error clamoroso de Dimitrov en una subida a la red, en la que mandó larga su volea para conceder a Federer una bola de break. No la desaprovechó el suizo, que siguió a la perfección el guión de buscar una y otra vez el revés de un Dimitrov que no pudo sacar a relucir su talento.
Porque, tras ese break (3-2), tan solo hubo un hombre en el partido. Ese fue Federer, desatado con su saque y convirtiendo en golpes ganadores prácticamente todas las bolas que buscaba desde el fondo de la pista. Igual daba que fueran de derecha que de revés. Así, Dimitrov lo acusó psicológicamente y cedió un break letal con 4-2 tras ser víctima delexcelso nivel de revés de un Roger que no falló con su saque para cerrar la primera manga con un 6-2.
Faltaba ver si el búlgaro podría poner fin a la sangría en el inicio del segundo set, pero no fue así. Muy errático con el revés y en la red,entregó a las primeras de cambio su servicio para ver cómo se le marchaba el partido. Si bien es cierto que salvó una bola para la puntilla del 3-0, nunca tuvo opciones al resto Dimitrov. Casi tampoco las tuvo al saque, ya que los restos de Federer le llegaban desde todos los lados y de todos los colores.
Así, el suizo caminó con un nuevo break a un 5-1 que Dimitrov tan solo pudo maquillar antes de ver cómo con derechas imposibles el suizo sellaba el 6-2 que le daba el trofeo.
Un trofeo que sirve para apuntalar el estado de ánimo del suizo en un inicio soñado del año, con títulos en Australia y en este torneo holandés. Dos torneos, doce partidos y otras tantas victorias lleva en 2018 un Federer que agrandó su leyenda con su 97º título, tercero en Rotterdam tras los de 2005 y 2012, tras colocarse con 146 finales en el circuito (supera las 145 de Ivan Lendl y tan solo tiene por delante las 164 de Jimmy Connors). Federer regresa a la cima de la ATP tras un homenaje al tenis que le valió el título de Rotterdam.