Por: Tito Estrella
Doctor en Psiquiatría y catedrático
Artículo de opinión
En la República Dominicana, parece que hay una doble moral, respecto al tema de la salud mental.
A diario escuchamos, leemos y vemos en los distintos medios de comunicación, prensa escrita, radio, television y redes sociales, a personas hablar de la necesidad de brindar mayor atención a la salud mental.
Una de las demandas mayores, es la de facilitar el acceso a la atención de dicho servicio.
Pero muchos de los que claman y reclaman, son los primeros en limitar el acceso de las personas al servicio de salud mental.
Por ejemplo, muchos médicos que son propietarios y/o directivos de clínicas, no ofrecen el servicio de salud mental y si lo hacen, es a medias.
En la mayoría de los casos, no aceptan ingresar pacientes, (aunque el paciente no esté violento), que presenten una crisis de salud mental.
Esto lo hacen invocando excusas irracionales y sin fundamentos.
Otro ejemplo, es el de muchos médicos generales y de otras especialidades, quienes, cuando están frente a un paciente con historial de alguna enfermedad mental, no le prestan la debida atención y, de inmediato lo refieren o rebotan, (como se dice en el argot médico) al servicio de psiquiatría, simplemente porque son pacientes psiquiátricos.
Pasan por alto que ese paciente probablemente, esté en búsqueda de atención para otra afección médica.
Además, los psiquíatras, principalmente los recién egresados, enfrentan dificultades para ubicarse en las clínicas privadas, para ofrecer el servicio.
En muchas ocasiones, deben soportar el rechazo por parte de los dueños o administradores de centros privados, así como el miedo del personal de salud: médicos generales, algunos especialistas, enfermeras, bioanalistas, personal administrativo y de conserjería.
Todas estas situaciones, limitan el acceso de las personas que necesitan atención en salud mental.
Es contradictorio: se pide mayor acceso al servicio, y los actores importantes del sistema de salud son, en muchas ocasiones, los primeros en obstaculizar y negar ese acceso.
Pareciera que a los únicos que realmente les importan, los pacientes con enfermedades mentales, es a los psiquiatras, psicólogos y algunos colectivos, que abogan por una mayor atención y accesibilidad al servicio.
En el sistema de salud de la República Dominicana, todos los actores debemos crear conciencia y entender que, sin salud mental, no habrá salud física.
Es hora de actuar y dejarse de doble moral.