Madrid. (EFE). Seiko Hashimoto, nombrada presidenta del comité organizador de Tokio 2020, comparte con otros nombres ilustres de la historia del olimpismo, entre los que figuran Pierre de Coubertin y Sebastian Coe, la doble condición de deportista olímpica y máxima responsable de la planificación de unos Juegos.
En su caso, su pasado tiene un valor doble: su nombre figura entre el centenar y medio largo de deportistas en toda la historia olímpica que han competido tanto en Juegos de verano como de invierno. Hashimoto lo hizo en patinaje de velocidad en Sarajevo 1984, Calgary 1988, Albertville 1992 (medalla de bronce en 1.500 m) y Lillehammer 1994 y en ciclismo en pista en Seúl 1988 (quinta en esprint), Barcelona 1992 y Atlanta 1996.
Es, además, la segunda mujer en la historia que preside el Comité Organizador de unos Juegos Olímpicos, tras la griega Gianna Angelopoulos en Atenas 2004. Fueron precisamente unas declaraciones de carácter sexista las que forzaron la dimisión del predecesor de Hashimoto en la presidencia de Tokio 2020, Yoshiro Mori.
El barón francés Pierre de Coubertin ha pasado a la historia como el restaurador de los Juegos en la era moderna y como presidente del comité organizador de tres ediciones: París 1900 y 1924 y los primeros Juegos de Invierno en Chamonix, también en 1924. Pero es menos conocida su participación en Estocolmo 1912 en la prueba de… concurso literario.
Entre 1912 y 1948 el programa de los Juegos incluía competiciones artísticas, precisamente por iniciativa de Coubertin, un defensor a ultranza de la relación entre deporte y cultura.
En los Juegos de Estocolmo el barón ganó la medalla de oro en la modalidad de literatura con una composición titulada ‘Oda al Deporte’ que firmó en francés y alemán con un doble seudónimo: Georg Hohrod y Martin Eschbach. Coubertin no desveló su autoría hasta siete años después.
“Oh, Deporte, placer de los dioses, esencia de la vida. Has aparecido de pronto entre el gris claro en el que se agita el ingrato trabajo de la existencia moderna, como el radiante mensajero de las épocas desaparecidas, de aquellas épocas en que la humanidad sonreía”, empieza la obra que mereció la medalla de oro.
No han quedado bien definidos para la historia los organigramas directivos de aquellas primeras ediciones de los Juegos, pero parece que en la de Londres 1908 tuvo un papel principal Edward Battel, que había competido nada menos que en Atenas 1896 con una medalla de bronce en la prueba ciclista de fondo en carretera.
Del mismo modo, el tirador neerlandés Solko van den Bergh estuvo en primera fila de la organización de los Juegos de Ámsterdam 1928, veintiocho años después de hacerse con el bronce por equipos en pistola libre 50 m en París 1900.
El mismo lapso de tiempo hubo entre las tres medallas en tiro con arco (dos oros y un bronce) que ganó el estadounidense George Bryant en St Louis 1904 y los Juegos de Los Ángeles 1932 cuyo comité organizador presidió.
La edición de Berlín 1936 también tuvo al frente a un exdeportista olímpico, Karl von Halt, atleta que participó en los Juegos de Estocolmo 1912 -fue el abanderado del equipo alemán- con un noveno puesto en decatlón como mejor resultado. Von Halt era uno de los miembros del ‘Presidium’ que nominalmente dirigía Joseph Goebbels.
David Cecil, presidente del comité organizador de Londres 1948 y por entonces también de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), acreditaba asimismo un brillante pasado olímpico: fue el campeón de los 400 m vallas en Ámsterdam 1928 y ganó la plata en el relevo 4×400 cuatro años después.
Su biografía posterior incluye una anécdota singular. Fue el encargado de presentar las medallas en la ceremonia de premiación de los 200 m en México’68 y, cuando le preguntaron qué sintió al ver a John Carlos y Tommie Smith levantar el puño enfundado en un guante negro, afirmó: “Pensé que se habrían hecho daño en la mano”.
En los Juegos de Amberes 1920 participó en los 100 y 200 metros el australiano Wilfrid Kent Hughes, que en 1956 sería el máximo responsable de la planificación de los Juegos de Melbourne.
A partir de Roma 1960 la organización de los Juegos se convirtió en una tarea cada vez más profesionalizada de la que se hicieron cargo grandes empresarios, los alcaldes de las ciudades sede o políticos como Giulio Andreotti (1960) o Konstantin Chernenko (1980).
En Londres 2012 la figura de Sebastian Coe logró reunir todos los perfiles de sus antecesores. Cuádruple medallista olímpico (oro en 1.500 m en 1980 y 1984, plata en 800 m en las mismas ediciones), Coe también había sido miembro del Parlamento británico y ya escalaba posiciones en la IAAF, que actualmente preside (ahora bajo la denominación de World Athletics). Lideró tanto la candidatura de Londres a los Juegos como el comité que se encargó de organizarlos.
Ahora le toca el turno a Hashimoto, pero después de ella llegará el francés Tony Estanguet, triple campeón olímpico de piragüismo en aguas bravas en 2000, 2004 y 2012 y en cuyas manos está la organización de los Juegos de París 2024.